Sumando papayas con aguacates –suma que en matemáticas se considera equivocada–, el gobierno de Petro exageró el aumento de los turistas extranjeros a Colombia en 2023. Pero lo peor fue que de esas cifras, como suele hacerlo, sacó conclusiones erradas, dirigidas contra la economía del petróleo y el carbón, que aportaron el 50 por ciento de las exportaciones nacionales de 2023, y contra Ecopetrol, la principal empresa del país, economías que en el corto y mediano plazo es imposible reemplazar por otras.
En su desproporción, Petro fue capaz de decir que “el gobierno ha logrado nuestra meta, que tiene que mantenerse y profundizar, que es reemplazar dólares petroleros y carboneros por dólares de turismo” (ver enlace), sustitución absurda –delirante, incluso– que no promueve ningún otro presidente de país productor de combustibles fósiles en el mundo. ¡En el mundo! Y en el colmo de los colmos, esto lo dice mientras hace demagogia sobre la “reindustrialización” de Colombia, a la par que ataca las dos principales industrias nacionales y anuncia –a través del presidente de Ecopetrol– que prefiere importar gas de Venezuela que promover que se produzca más en Colombia.
Las cifras demuestran que un país puede tener, al mismo tiempo, turismo y dólares por exportaciones de petróleo. Colombia: 5,5 millones de turistas y 15.610 millones de dólares, México: 20,3 millones de turistas y 21.870 millones de dólares, Estados Unidos: 30,2 millones de turistas y 67.800 millones de dólares y Emiratos Árabes Unidos más Arabia Saudita: 44 millones de turistas y 196.500 millones de dólares. Y los gobiernos de esos países no se proponen dejar de producir, consumir y exportar petróleo, gas y carbón en el corto plazo.
Petro además engaña cuando le atribuye el aumento de los turistas a realizaciones de su gobierno, que no puede mostrar. ¿O les será muy atractiva la mucha violencia en Colombia en 2023? (ver enlace). Además, CNN en español relacionó el incremento de los visitantes extranjeros con el aumento del “turismo sexual y de consumo de drogas”, corrupción por pobreza que nos avergüenza a los colombianos y que Petro ni mencionó. Y la embajada de Estados Unidos les advirtió a sus nacionales sobre los peligros de ese turismo (ver enlace).
Si Petro lograra su despropósito contra el petróleo, el gas y el carbón, inevitablemente, aumentaría la pobreza en Colombia y, con ella, el turismo extranjero de prostitución, en mucho originado en que las niñas y las jóvenes colombianas se prostituyen muy barato acosadas por la pobreza y el hambre.
Aumenta el rechazo a que Ricardo Roa continue en la presidencia de Ecopetrol, pues lo único que puede mostrar para estar en ese cargo es ser incondicional de Gustavo Petro, a cuyo servicio, en dos ocasiones, fracasó como administrador: como gerente de la Empresa de Energía de Bogotá (ver enlace) y de las cuentas de su campaña presidencial. Y porque son inaceptables los cruces de Roa con el petrolero Serafino Giácono, además de haberse demostrado que no tiene el carácter para defender a esa empresa de la fobia antipetrolera de Petro, quien además pretende convertirla en caja menor de su clientelismo político y de sus demagógicas e irresponsables aventuras con otras fuentes de energía.
Coletilla. Repito: sí hay un problema de cambio climático y Colombia debe hacer su transición energética. Pero un proceso inteligente, que no destruya al país, porque además el aporte nacional al CO2 por quema de combustibles fósiles es de apenas el 0,2 por ciento del total del mundo, luego los colombianos no somos la causa de un lío global ni podemos resolverlo solos.