Un excelente libro del español Hipólito Rafael Romero Flores, Biografía de Sancho Panza, filósofo de la sensatez*, tan interesante como ameno, describe la personalidad del escudero de Don Quijote de la Mancha, el inmortal personaje de Cervantes. Sancho, más que un campesino elemental e iletrado, era un hombre equilibrado y razonable, que calculaba los riesgos y administraba sus carencias con sentido práctico.
Su amo, en cambio, decidió convertirse en caballero andante, luego de saturarse de lecturas de libros de caballería que lo desquiciaron. La locura, además, lo llevó a convertirse en asceta, más ocupado en servir a la humanidad que en suplir sus propias necesidades, como alimentarse y tener donde alojarse, que no fuera a campo abierto, debajo de los árboles de cualquier bosque. Las diferencias de carácter y temperamento entre Don Quijote y Sancho no impedían que la relación entre los dos fuera armónica, pese a que las temeridades de Don Quijote le costaron traumas y moretones a Sancho, fiel compañero y servidor.
Éste le advertía a su amo que entre la cobardía y la temeridad hay un equilibrio que es el valor. La cobardía -decía- es paralizante y la temeridad, imprudente, corre riesgos impredecibles. El valor, reflexionaba Sancho, calcula los riesgos y obra con prudencia. Esta premisa se ha invocado con frecuencia en estas páginas, para advertir sobre la necesidad de actuar con mesura los gobernantes, frente a situaciones de Estado en las que algunos toman decisiones más emocionales que responsables, sin calcular los daños que pueden causarle al bienestar de la comunidad.
Tales funcionarios, por ejemplo, actúan inspirados en resentimientos contra las regiones donde las alecciones les fueron desfavorables, desconociendo compromisos adquiridos por gobiernos anteriores y afectando procesos en curso de conveniencia general.
Volviendo a Don Quijote y Sancho Panza, las diferencias de personalidad y jerarquía entre ellos no eran obstáculo para el respeto y el afecto mutuos, y para la búsqueda de objetivos nobles en favor de la humanidad, así a la postre, como en efecto sucedió, según el desarrollo de la obra de don Miguel de Cervantes, los resultados no se hubieran dado, porque las locuras del Caballero de la Triste Figura hicieron más daño que beneficio y las gestiones de Sancho por controlarlas resultaron infructuosas.
Al final, entre ellos, se dio un fenómeno que el autor del libro mencionado destaca: la sanchización de don Quijote y la quijotización de Sancho. Es decir, el uno adquirió mesura cuando regresó cuerdo a su hogar y renunció definitivamente a sus andanzas; y el otro, en cambio, lo animaba para que retomaran el camino de las aventuras, porque le entristecía ver a su amo acostado en su lecho, inactivo y sin aspiraciones de gloria.
A los gobiernos de moda, que fundamentan su “majestad” en cifras electorales, les ha quedado grande la grandeza, sin nada en sus andanzas que pueda siquiera inspirar una telenovela cursi.
*Romero Flores, Hipólito R., Biografía de Sancho Panza, Junta de Comunidades de La Mancha, España, 2004.