No es ficticio afirmar que nuestra economía no va por buen camino. Pese al descenso de la tasa de desempleo, lo cual sin duda es una excelente noticia, se avizoran nubarrones en el horizonte que nos conducen a suponer que la euforia durará poco. Durante años hemos sido considerados como una de las estrellas en ascenso entre los mercados emergentes, sin embargo, la advertencia que realizó JP Morgan sobre el comportamiento del índice Msci Colcap (que mide entre otros aspectos la liquidez de las acciones en Colombia) advierte sobre la gravedad de una posible reclasificación y las implicaciones que podría tener en la tasa de cambio, la devaluación del peso, el comercio internacional y las finanzas públicas.
Ser considerado un mercado de frontera representa un retroceso significativo para la economía colombiana. Durante años, el país ha trabajado arduamente para atraer inversión extranjera y desarrollar su mercado de capitales. Sin embargo, si esta reclasificación se concreta, podría ahuyentar a muchos inversores institucionales y fondos de inversión que tienen restricciones sobre la inversión en mercados de frontera. El principal impacto inmediato se sentiría en la Bolsa de Valores de Colombia (BVC), donde la liquidez se vería reducida drásticamente. Los inversionistas internacionales, temerosos de la volatilidad y la falta de transparencia en los mercados de frontera, podrían retirar sus inversiones, lo que resultaría en una caída en los precios de las acciones y una menor disponibilidad de capital para las empresas colombianas.
Otro de los efectos más notorios de esta posible reclasificación sería la presión adicional sobre la tasa de cambio y la devaluación del peso colombiano. Con menos inversión extranjera y una reducción en la entrada de capitales, el país podría enfrentar un desequilibrio en su cuenta corriente, lo que ejercería presión sobre la moneda local. La devaluación del peso, a su vez, aumentaría los costos de importación y podría llevar a una escalada en la inflación. Ante la incertidumbre en los mercados financieros podría llevar a los inversores a buscar refugio en activos denominados en dólares, lo que aumentaría aún más la demanda de esta moneda y presionaría a la baja el valor del peso colombiano.
La devaluación del peso colombiano podría tener implicaciones funestas para el país. La devaluación también aumentaría los costos de importación, lo que podría generar presiones inflacionarias y afectar negativamente el poder adquisitivo de los consumidores colombianos. Además, la incertidumbre sobre la economía podría reducir la confianza de los inversores y afectar el flujo de inversión extranjera directa.
La situación también tendría implicaciones en las finanzas públicas de Colombia. Con una menor entrada de inversión extranjera y la posibilidad de que la deuda colombiana sea considerada de mayor riesgo, el gobierno podría enfrentar costos de financiamiento más altos. Esto pondría presión sobre el presupuesto nacional y podría requerir medidas de austeridad o aumentos en los impuestos para mantener la estabilidad fiscal. Con seguridad llamaría a una nueva reforma tributaria. 
El riesgo de que Colombia caiga a un mercado de frontera es un desafío económico de gran magnitud. Impactaría la tasa de cambio, la devaluación del peso, el comercio internacional y las finanzas públicas. Por esta crisis ya atravesaron Grecia en 2021 lo cual contribuyó a la crisis de deuda griega, Argentina en 2009 aumentando el costo de la deuda externa de Argentina y la devaluación de moneda, Nigeria en 2008 generando una grave fuga de capitales de su país y Kuwait en 2020 con oscuras consecuencias de liquidez en los mercados internacionales para la nación petrolera. 
Será el gobierno que deberá liderar esta justa, alejándose de falsas ideologías maniqueas y adentrándose en la ortodoxia liberal para estimular la inversión extranjera en nuestro país y alejar el fantasma del mercado frontera.