Las relaciones bilaterales entre Estados son fundamentales en el actual contexto globalizado. Cualquier comportamiento hostil entre naciones resulta contrario al derecho internacional y al ideal de paz que persigue la humanidad desde que se adoptó la Carta de las Naciones Unidas en 1945. Hoy no se espera que un gobierno intervenga política o militarmente en los asuntos de otro dado que cualquier diferencia deberá ser zanjada por medios diplomáticos. Sin embargo, esta conclusión no se alcanzó por medios tan pacíficos como los que pregona.
 La Primera y Segunda Guerra mundial fueron, en esencia, conflictos entre hermanos. Las naciones europeas se encuentran unidas por estrechos lazos históricos que resultan imposibles de disolver. Alemania y Austria, Francia y España, Italia y Grecia o Rusia y Ucrania han sido en algunos momentos pueblos unidos que después se vieron obligados a confrontarse por medio de las armas. Para escándalo de muchos, los tres líderes más relevantes de la Primera Guerra Mundial (Gran Guerra) eran primos: Nicolás II de Rusia, Jorge V de Inglaterra y Guillermo II de Alemania, tenían un ancestro común en la Reina Victoria del Reino Unido.   Jorge V, rey del Reino Unido, era nito de la reina Victoria por línea paterna. Como monarca se vio obligado a desdecir de sus orígenes alemanes a causa del anti-germanismo imperante en Inglaterra a causa de la primera guerra mundial obligándose a renombrar la casa real como Casa de Windsor, sin hacer referencia a la casa de Sajonia-Coburgo-Gotha a la cual pertenecía realmente. Fue el único monarca que conservó su reino después de concurrir a la confrontación bélica.
 El káiser Guillermo II, quien fue coronado como Emperador de Alemania y rey de Prusia, fue el nieto mayor de la reina Victoria. Al momento de ascenso al trono se apresuró por imprimir su marca personal en el imperio, alejándose paulatinamente de la influencia de Otto von Bismarck, mejor conocido como el canciller de hierro y abriendo mayor espacio político a Hindenburg y Ludendorff, generales del ejército alemán, quienes lo fueron asilando para imponer una dictadura militar de facto que no logró el triunfo en el campo de batalla. Al perder la guerra, abdicó del trono y murió en el exilio.
 Nicolás II estaba doblemente ligado con la familia real inglesa dado que, además de ser primo del rey Jorge V, estaba casado con Alejandra Fiódorovna Románova, nieta de la reina Victoria. Su triste final ha pasado a la historia generando todo tipo de especulaciones, debido a la manipulación de su reino a manos de un Rasputín embaucador y a su débil carácter para dirigir un imperio que se extendía desde Europa hasta el mar de Japón. Después de su abdicación, buscó asilo con su primo Jorge V, rey de Inglaterra, quien inicialmente lo ofreció para posteriormente rechazarlo ante el temor que la revolución Bolchevique desembarcara en puertos ingleses. Finalmente, su familia lo traicionó y pereció fusilado junto a su esposa e hijas en una rápida acción revolucionaria liderada por Yákov Yurovski.
 La reina Victoria a través de este laberinto de relaciones familiares, dadas por matrimonios por conveniencia a lo largo del todo el continente, no logró un sistema monárquico continental que garantizara la paz y estabilidad en este hemisferio. Sus nietos terminaron por extinguir tres imperios heredados por la monarca inglesa: Alemania, Rusia y Austria – Hungría y, de manera parcial, la afectación al poder real en el Reino Unido.  El devenir de los acontecimientos resultó en una mezcla explosiva de egos, orgullos y vanidades de familia que terminaron con la vida de cerca de 10 millones de personas en el viejo continente.
 No cabe duda de que la Primera Guerra mundial fue, en esencia, una lucha entre primos. ¡Cuídanos señor de las familias disfuncionales!