En los últimos días hemos visto perplejos las escenas de la tragedia acaecida en Valencia, España. Las aguas enlodadas recorriendo la ciudad y arrasando con todo lo que encuentran a su paso es una imagen difícil de olvidar que no solo despierta nuestra solidaridad, sino que debe avivar nuestra responsabilidad para asumir este tipo de experiencias, tan dolorosas, como una advertencia de lo que puede suceder en nuestras ciudades si no tomamos medidas preventivas ante el cambio climático. Nadie está exento de este tipo de tragedias y debemos actuar con sentido de responsabilidad pensando en el futuro. Manizales ha aprendido mucho con su cercanía al Volcán, pero hay muchos otros riesgos qué mitigar, por suerte tenemos un alcalde que entiende el tema y sabe proyectarlo.

Las ciudades deben identificar las áreas propensas a inundaciones o deslizamientos y evaluar la vulnerabilidad de la infraestructura dentro del eventual radio de afectación, hay que empezar a diseñar entornos con espacios verdes, parques y zonas de absorción de agua, así mismo implementar sistemas de monitoreo y alerta para inundaciones, deslizamientos y comenzar a construir edificios y puentes resistentes a este tipo de situaciones. En esta última materia hay que construir diques y barreras para proteger áreas urbanas vulnerables, mejorar sistemas de drenaje para evacuar agua rápidamente e implementar medidas para prevenir la erosión y proteger ríos y costas.

En materia operativa es fundamental desarrollar planes de emergencia para responder a inundaciones, capacitar equipos de respuesta rápida, anticipar eventuales apoyos a potenciales personas afectadas y reforzar infraestructura existente con materiales resistentes y sostenibles. La tecnología debe ser un aliado de las poblaciones en esta materia. La inteligencia artificial, por ejemplo, puede ayudar a detectar estos desastres mediante el análisis de patrones climáticos que anticipen la probabilidad de un desastre natural, puede crear modelos de simulación para predecir el comportamiento de fenómenos naturales como huracanes, inundaciones, deslaves, terremotos y tsunamis.

También puede analizar datos de sensores en tiempo real para detectar cambios en el entorno que puedan indicar un desastre natural, puede evaluar la probabilidad de un desastre natural en una zona específica y proporcionar alertas tempranas, puede ayudar a optimizar las respuestas a desastres naturales, identificando las rutas de evacuación más seguras y eficientes, puede analizar imágenes satelitales para detectar cambios en la vegetación, el suelo y el agua que puedan indicar un desastre natural y puede integrar datos de diversas fuentes para proporcionar una visión completa de este tipo de riesgo.

Uno de los hechos más inspiradores de lo sucedido en España es el espontáneo activismo ciudadano, eso, debería llevarnos a capacitar a las poblaciones, a informarlos sobre riesgos y medidas de prevención, a involucrarlos en la planificación y toma de decisiones y a entrenarlos para que en caso de ser necesario puedan coordinar esfuerzos con las autoridades. Si enseñamos a nuestros niños cómo actuar ante fuertes lluvias, inundaciones, incendios o terremotos se convertirán en adultos capaces de controlar el pánico y actuar de forma ordenada en una emergencia, protegiendo sus propias vidas y las de otros. Los estaríamos preparando para el mundo que posiblemente les tocará vivir, lo cual es muy importante.