Manizales volvió a ser ejemplo. Después de años de improvisaciones, de anuncios vacíos y de puestas en escena que confundieron la gestión con el espectáculo, la ciudad recuperó el rumbo con un liderazgo serio, responsable y cercano a la gente.
Jorge Eduardo Rojas le devolvió a Manizales la confianza en el gobierno y la certeza de que el progreso se construye con hechos, no con videos ni discursos. Su lema Un Gobierno en Serio dejó de ser una frase para convertirse en una manera de gobernar que hoy se ve, se siente y se agradece en cada barrio, en cada obra, en cada decisión tomada, con cabeza fría y corazón sincero.
Gracias a esa visión, Manizales ha vuelto a ocupar el lugar que merece. Según la ONU es una de las mejores ciudades para vivir en el mundo, y los líderes de opinión la reconocen como la segunda con mejor liderazgo. No se trata de casualidad ni de suerte. Detrás de esos reconocimientos hay planeación, disciplina, compromiso y una ética pública que honra la palabra empeñada.
Gobernar en serio ha sido poner los pies sobre la tierra, escuchar a la gente y tomar decisiones pensando en el bienestar colectivo, no en la vanidad personal ni en los reflectores. Las obras que antes amenazaban con convertirse en elefantes blancos, como la Línea 3 del Cable, el Coliseo Mayor y uno de los tramos del intercambiador vial de Los Cedros hoy son realidad.
Fueron terminadas con rigor, corrigiendo errores heredados y demostrando que enderezar lo torcido exige más carácter que empezar desde cero. Cada una de ellas le entrega algo valioso a la gente. El Cable devuelve tiempo para vivir, acorta distancias y regala minutos de vida familiar.
El Coliseo Mayor despierta orgullo y brinda oportunidades a los deportistas que antes soñaban con escenarios dignos. Los Cedros aporta movilidad, seguridad y bienestar a los barrios que por años esperaron soluciones reales.
Son obras que no se usaron para hacer política, sino para mejorar la vida de quienes madrugan, trabajan y sueñan con una ciudad más justa. A la par, se recuperó la movilidad, se fortaleció la seguridad y se implementó el programa Gobierno en la Calle, un proceso de diálogo y planeación participativa que llevó la Administración a los barrios, escuchando a los ediles, líderes y ciudadanos de a pie.
También se apoyó al empresario y al emprendedor con alivios tributarios que promueven nuevas inversiones y empleos. El Plan 52 activó la economía, el turismo y la cultura, generando ingresos, bienestar y esperanza.
Se saneó la deuda pública, se recuperaron Infimanizales y Aguas de Manizales y se devolvió estabilidad a las finanzas locales. Se puso en marcha el Área Metropolitana, se fortaleció la caficultura como identidad y motor económico, se reactivó la infraestructura educativa y se creó la Secretaría de Cultura y Civismo como símbolo de una ciudad que entiende que el arte también construye tejido social, autoestima y orgullo colectivo.
Hoy Manizales camina con seriedad, sin estridencias ni artificios. Es una ciudad que volvió a creer en sí misma. Mientras otros confundieron gobernar con grabarse, este Gobierno eligió trabajar, responder y cumplir. Así se gobierna en serio. Así se construye una ciudad que inspira confianza, esperanza y orgullo.