Díaz antes de las últimas elecciones presidenciales, en mayo del 2022, Gustavo Petro se reunió con Mauricio y Óscar Tulio Lizcano en una oficina del norte de Bogotá. Óscar Tulio llevó un libro de El capital de Marx para ambientar la conversación. Mauricio, su hijo, esperaba la oportunidad de hablar con quien sería su nuevo “my president”. No es difícil intuir que el candidato Petro hubiera querido hablar de otro capital: el capital político lizcanista. Al saludar a Mauricio le soltó esta pregunta: “Bueno, ¿y usted con qué chip ideológico está ahora?”.
Esta escena aparece en el perfil “Mauricio Lizcano, la cometa de la política”, que escribió el periodista Juan Manuel Flórez Arias para La Silla Vacía, y que publicó en septiembre del 2022. Por los días de la reunión, Lizcano hijo recientemente había vuelto de su ostracismo en Harvard y no desaprovechaba oportunidad para salir en fotos con su saco estilo hoodie de esa universidad. En su perfil de Instagram hay una publicación del 16 de junio del 2022, tres días antes de la segunda vuelta: Lizcano y su saco junto a un Gustavo Petro de poncho y gorra, que posa también sosteniendo un palo y una libra de café, al lado de un caficultor, en Anserma (Caldas).
A Lizcano le caben dos principios políticos: (1) “un político debe saber caer parado” y (2) “tengo estos principios, pero, si no le gustan, le tengo otros”.
Vamos con el primero. Más de dos años estuvo en el Gobierno de Petro. Como petrista le alcanzó para ser ministro de las TIC. Ganó protagonismo intentando quitarse el disfraz de político tradicional y midiéndose el de técnico de la inteligencia artificial, fibras ópticas y chips tecnológicos. Por eso la pregunta del candidato Petro resultó con un sentido premonitorio. Mientras Lizcano se esforzaba en parecer como el adelantado de las nuevas tecnologías, se fortalecía cada vez más su plataforma clientelista en Manizales, Caldas y Colombia. Un político hace política con lo que sea, hasta con los chips.
Era el nuevo giro de la cometa de Lizcano: esquivar las investigaciones por parapolítica y los escándalos por la compra de tierras en Quinchía (Risaralda), cuyos dueños originales fueron desaparecidos y que se encontraban protegidos por el programa de Restitución de Tierras, entre otras indagaciones. También esquivar chismes, claro: el padrino de su primer matrimonio fue Álvaro Uribe Vélez, y casi se da golpes con Armando Benedetti después de que este, supuestamente, revelara las fotos con Uribe en su matrimonio.
Se dice en el perfil de La Silla Vacía que por esa traición al traicionero Santos le quitaron a Lizcano la primera Presidencia del Congreso, cuando fue senador, tras la reelección de aquel. Aunque esto le convino más, pues el exsenador y ahora expetrista Lizcano fue presidente del Congreso el tercer año, justo cuando se firmó la paz con las Farc (le tocó aparecer en la foto, qué fortuna).
Sobre el segundo: no es difícil descifrar la metáfora del partido de Lizcano, Gente en Movimiento. Lizcano moviendo su gente de las huestes de Uribe hacia las de Santos, de las de Santos a las de Vargas Lleras, de las de Vargas Lleras a las de Petro. Y hace unos días volvió a girar su cometa e inscribió su candidatura a la Presidencia por el movimiento “Firmes con Lizcano, Colombianismo”, en la que aboga por el “sentido común”. El “nuevo chip ideológico” de Gente en Movimiento no es nuevo, es de “sentido común”: gira hacia donde se mueva el viento de la política.