En un mundo lleno de información manipulada, en la que los bulos se presentan como verdades y el poder moldea la opinión pública, surgen dos preguntas clave: ¿qué creer y por qué?

Nos enfrentamos a un sistema que nos prefiere dóciles y moldeables y en este contexto el “darse cuenta” (desde la Psicología Gestalt) es un acto de resistencia y el primer paso hacia la libertad.

¿Qué significa “darse cuenta” en la vida cotidiana? Fritz Perls, creador de la Terapia Gestalt, hablaba de la conciencia como la capacidad de estar realmente presente en la experiencia, en la vivencia, no como una carga moral.

Implica reconocer cómo nos sentimos, qué nos mueve y qué patrones seguimos sin cuestionar.

¿Ha notado cómo la publicidad nos hace desear cosas innecesarias? ¿Alguna vez compartió una noticia, sin verificarla, solo porque confirmaba lo que ya pensaba? ¿Ha defendido una idea que ni recuerda cómo la adquirió?

Esto ocurre cuando actuamos en piloto automático. Como advierte Noam Chomsky nos convertimos en rebaños amedrentados cuando renunciamos a la duda y permitimos que otros piensen por nosotros. Perls afirmaba que la libertad comienza en la conciencia, y que el cambio ocurre cuando dejamos de esforzarnos por ser lo que no somos, y aceptamos lo que realmente somos; la libertad no nace de la obediencia ciega, sino del ejercicio constante del espíritu crítico.

Darse cuenta implica: Cuestionar las narrativas impuestas; no toda “verdad oficial” es cierta, tampoco toda versión alternativa lo es.

¿De dónde viene la información? ¿A quién beneficia? Reconocer cómo nos manipulan emocionalmente, el miedo y la culpa son herramientas poderosas para la propaganda. Si una noticia nos provoca pánico o ira, antes de compartirla, preguntémonos: ¿me estarán manipulando?

Reivindicar el derecho a la duda. En una democracia nadie debería ser estigmatizado por preguntar o poner en entredicho el discurso dominante, ya sea “oficial” (gobierno de turno) o “popular” (medios masivos de comunicación).

El “darse cuenta” también impacta a la sociedad porque cuando nos hacemos conscientes de nuestras emociones y de nuestros pensamientos dejamos de ser presa fácil de los discursos manipuladores y polarizantes, y en lugar de aceptar pasivamente lo que nos dicen los medios o las figuras de autoridad, comenzamos a cuestionar, a contrastar y a construir nuestras propias verdades.

Esto nos lleva a tomar decisiones más autónomas y a actuar con mayor responsabilidad, tanto en lo personal como en lo colectivo.

El cambio no necesariamente consiste en rechazar el sistema en que vivimos, puede ser cambiar la forma cómo lo habitamos.

Si el capitalismo se basa en la acumulación, la depredación y la explotación, nuestra revolución estará con la vida, la dignidad y la justicia.

Ser ciudadanos críticos no significa ser eternos opositores, sino ser actores conscientes de nuestro papel en la historia. Para transformar nuestra cultura hacia una sociedad más justa y humanista necesitamos paradigmas que nos alejen del miedo y que nos acerquen a la acción consciente.

El primer paso es darnos cuenta; el segundo es actuar en consecuencia.

Coletilla: Antes de rechazar o aplaudir una propuesta del Gobierno preguntémonos a quién beneficia. Por ejemplo, ¿a quién beneficia la caída de la reforma laboral?