Ganan cada vez más importancia, en el contexto de nuestra economía, los pequeños giros que reciben las familias colombianas de sus parientes que viven en el exterior. El año pasado los colombianos residentes en el extranjero enviaron a Colombia, vía remesas, la no despreciable cifra de 11.847 millones de dólares, monto que supera con creces los dólares recibidos por sectores económicos líderes como las exportaciones de café (3.393 millones), de carbón (7.106 millones) y del sector manufacturero (10.556 millones).
Solamente las superaron, en el 2024, las exportaciones de petróleo (15.032 millones de dólares) y lo recibido por Inversión Extranjera Directa (14.234 millones). Pero la realidad es que estos dos sectores, lamentablemente, vienen de capa caída y es evidente que, durante los últimos tres años, Colombia ha enfrentado un deterioro sustancial en su capacidad para atraer divisas.
El sector del petróleo, además de los bajos precios, ha registrado una caída prolongada en producción, cada vez más atribuible a la decisión de suspender los nuevos proyectos de exploración. Y la Inversión Extranjera Directa se ha debilitado por cuenta del adverso ambiente político y fiscal.
Este año todo apunta a que el ingreso de remesas a Colombia se fortalezca aún más. Durante los primeros cuatro meses del 2025, el flujo superó los 4.200 millones de dólares, lo que representa un incremento del 15% frente al mismo periodo del año anterior y hace prever que el 2025 será un año récord en recaudo de remesas, con una cifra cercana a los 13.000 millones de dólares, lo que significa, palabras más, palabras menos, 35 millones de dólares diarios, en promedio, que ingresan a Colombia por concepto de remesas. ¡Impresionante!
Y un dato adicional: el año pasado más de la mitad de las remesas (53%) provinieron de Estados Unidos, principal país originador de remesas para Colombia y el mundo.
Y frente a todo este contexto, salta a la vista la intención del Gobierno estadounidense de establecer un impuesto del 3,5% a las remesas que salgan de Estados Unidos hacia el exterior. ¿Tendrá ello un impacto importante? Tal vez no. Como han advertido diversos centros de pensamiento estadounidenses, este tipo de medidas suelen fracasar en su implementación.
Las remesas no son como los grandes movimientos de capital financiero que transitan por los canales formales del sistema bancario internacional. Una buena parte de estos flujos puede moverse, si se incentiva, hacia canales informales: entregas en efectivo, billeteras en criptomonedas, entre otras, todas difíciles de rastrear y tributar. Sería lamentable.
Por eso, si bien el anuncio de un impuesto a las remesas genera legítima preocupación, su impacto efectivo será probablemente limitado. Y más allá de instar a los colombianos que trabajan en Estados Unidos a organizar ‘protestas’ contra el nuevo impuesto, lo que conviene es entender y aprovechar la importancia que representan para Colombia las remesas provenientes del exterior, pues no sólo se han convertido en el sustento de millones de hogares, sino que hoy permiten financiar el déficit comercial del país, además de representar algo más del 3% del PIB colombiano.
¡Palabras mayores!