El papa Francisco fue el primer papa jesuita de la historia. El Espíritu Santo sopló con el nombre de Jorge Mario Bergoglio, en ese momento arzobispo de Buenos Aires, y así fue elegido papa en el 2013. Pero esto no es lo normal para un jesuita. San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, le pide al jesuita que sea una persona de servicio a la Iglesia, y así lo tiene previsto, por ejemplo, en los Ejercicios Espirituales que tiene un capítulo sobre las reglas para sentir con la Iglesia.
Pero, por otra parte, San Ignacio no quería que los jesuitas fueran obispos y en general que tuvieran dignidades en la Iglesia. En las Constituciones de la Compañía de Jesús se estipula que los jesuitas no deben buscar dignidad alguna ni aceptar cargos eclesiásticos, salvo por obediencia. Pues bien, esto genera una tensión interesante, los jesuitas no podemos aspirar a cargos en la Iglesia, pero a su vez San Ignacio nos pide una fidelidad muy especial a la Iglesia Jerárquica.
Francisco llega a ser papa. Ya como papa, participó en la Congregación General 36, reunión mundial de jesuitas, hizo énfasis en que no dejáramos perder la alegría, lo que llamó el servicio de la alegría y la consolación espiritual en la Iglesia. Para él la alegría hace creíble el mensaje de esperanza. En paralelo insistió en conmoverse con el Señor puesto en Cruz y en él con todos los sufrientes en la historia, y de una forma concreta a través de lo que llamó las misericordias, así como el mismo papa nos dio ejemplo cuando estuvo cerca de los migrantes y cuando oraba por los niños de Gaza.
Un tercer punto que tocó fue la necesidad de hacer el bien de buen espíritu. No se trata de hacer las cosas, sino cómo se hacen y que su causa sea el buen espíritu. En el fondo nos estaba invitando a hacer mucho más discernimiento en nuestra misión.
Luego, en el 2019, cuando le presentaron las Prioridades Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús para su aprobación, el sumo pontífice recalcó que lo clave era estar muy bien centrados en la primera, que hace referencia a “mostrar el camino hacia Dios mediante los Ejercicios Espirituales y el discernimiento”. Centralidad en lo espiritual, que todo lo demás vendrá por añadidura…
En el 2017, durante la visita a Colombia, el papa Francisco visitó Cartagena, allí en el claustro de San Pedro Claver recordó que San Pedro apóstol de los esclavos, “muchas veces los atendía solamente con gestos evangelizadores, por la imposibilidad de comunicarse, por la diversidad de los idiomas. Sin embargo, Pedro Claver sabía que el lenguaje de la caridad y de la misericordia era comprendido por todos”.
Francisco, como buen jesuita, ha sabido conjugar fidelidad y humildad con una profunda compasión activa, recordándonos que la caridad y la misericordia son el verdadero lenguaje del Evangelio.