El presidente Petro en el discurso del miércoles pasado anunció una aceleración en las reformas que prometió desde la campaña electoral y que quedaron en su programa de gobierno. En efecto, a las reformas Laboral, Pensional y de Salud, el primer magistrado adiciona dos grandes adicionales en su discurso de la carrera séptima esta semana en Bogotá: la ley general de educación con foco en la educación superior, y la de servicios públicos. Vemos, pues, que ante las dificultades políticas y de coalición, está tratando de dar un paso hacia adelante, profundizando las acciones.
El problema de estas maniobras es el riesgo que conllevan. Un ejemplo lo puede explicar: cuando uno va en carretera y siente que no va a alcanzar a adelantar otro vehículo, tiene dos opciones: llenarse de paciencia, frenar y volver a ponerse detrás, o, por el contrario, acelera a fondo, al máximo, con la esperanza de lograr sobrepasar. El riesgo es claro, si no se alcanza a pasar, el frenazo, o peor el golpe, será mucho más fuerte…
Esperar que no sea un salto que genere más problemas y dificultades. Pues nos parece que estamos en una explosión muy grande de reformas, algunas de ellas de gran calado. Si bien, el Presidente sostiene que no son radicales, algunas de ellas sí están implicando en la realidad mutaciones muy grandes, no son cosméticas ni reformitas… son Reformas, con “r” mayúscula.
Creemos que la modificación de los artículos de la ley 30 para asegurar el fondeo, adecuado y de manera sostenible en el tiempo, de las universidades oficiales, es muy importante, y no creo que haya mucha oposición para sacarla adelante. Eso sí, es fundamental que la cuestión de eficiencia, en la gestión y el aseguramiento de la transparencia en el manejo de los recursos, se perfeccionen, pues hay unas universidades oficiales que sí dan tristeza porque los recursos no impactan como lo deberían hacer a toda la comunidad educativa. Hay algunas con un paupérrimo gobierno corporativo que son presa de grupos y subgrupos que se pelean el poder. Si la reforma es solamente para estos aspectos tendrá una vía rápida de aprobación. Pero si, por el contrario, se busca hacer una reforma profunda de la ley 30, como lo había anunciado el exministro Gaviria en un debate en el Congreso, si creemos que es muy precipitado hacer la presentación el próximo semestre, porque no tendremos tiempo para discutirla profundamente. Porque si nos van a repetir el show del plan de Desarrollo, que en muchos lugares fue de un terrible desorden, sería una irresponsabilidad con la educación. Todos los actores comprometidos con la formación de las nuevas generaciones debemos tener espacio y tiempo para debatir los cambios. Uno que me preocupa enormemente, es el de la Autonomía Universitaria, Garantía Constitucional que ha desarrollado la jurisprudencia constitucional protegiéndola y defendiéndola. Estaremos en primera fila en estos debates, porque somos unos convencidos de la importancia de la autonomía de las universidades como baluarte en democracia.
De otra parte, está la reforma a los servicios públicos. Este tema tiene igualmente un impacto muy grande en la sociedad. Y creemos que primero que todo se deben respetar los derechos adquiridos. En segundo lugar, ver los avances que se han logrado. Y evaluar también con ojos críticos huecos, fragilidades y abusos que se han cometido contra los usuarios. Por ello, el decir del Presidente que busca poner en el centro a los usuarios y no a los inversionistas privados, es bueno. Pero hay que ver cómo se hace esa transformación. No va y sea que terminemos afectando la actual prestación de la cual mal que bien nos beneficiamos.
Reformas al por mayor. Hay que debatirlas, no hay que negarlas; hay que mejorarlas, dosificarlas y hacer una implementación prudente de las mismas. Estamos hablando de temas que inciden de manera muy profunda en el bienestar de la población. Toda la población. No los 11 millones de votantes de Petro. Toda la ciudadanía. Se requiere ser realmente prudentes.