La enfermedad nos arrebató tempranamente a quien por más de 20 años presidió nuestro Diario de Casa como su director y gerente. Nicolás Restrepo Escobar dejó una huella indeleble en la ciudad, en la empresa editorial y en la familia.

Fue la tercera generación al mando de la centenaria empresa familiar, que ha ido acrisolando la marca La Patria, como sinónimo de periódico regional y empresa editorial. Nicolás hizo parte de las nuevas generaciones que supieron poner la tranca a la puerta giratoria entre periodismo y política partidista. Sabía que el desarrollo del periodismo y comunicación exigían esta separación tan necesaria para poder cumplir con pluralismo e independencia ese servicio social de dar información y opinión valederas para el bien común en democracia. Con un pulso claro de defensa de los principios y valores fundamentales que se enraízan en una tradición familiar muy respetuosa de los de los demás, de la ciudadanía y de la religión, con una óptica del bienestar general. Con un pensamiento conservador pero flexible y en diálogo con el mundo de hoy, supo Nicolás graduar las tensiones propias de la historia. En efecto, desde el periódico y empresa buscó generar la dinámica propia de una sociedad que busca el desarrollo integral y la justicia.

Cuando le asesinaron a su coequipero en el periódico, el entonces subdirector Orlando Sierra, supo coordinar y dirigir al equipo de la redacción, con los nuevos liderazgos que se venían formando allí de tiempo atrás; lograron así, pasar esa noche borrascosa cuando la violencia quiso intimidar al periodismo investigativo y de denuncia. Con celo, cuidado y claridad en el norte a seguir, revitalizó el alma de La Patria.

Supo navegar como buen capitán de barco. Con delicadeza, cuidado y tacto, logró enfrentar los distintos vientos, que han azotado la comarca, el país y la familia. En medio no solo del atentado contra el periodismo en cabeza de Orlando, sino también en momentos complejos como los de la pandemia y la polarización política en el país. Gracias a su creatividad, pragmatismo y sensibilidad social, fue refinando el tradicional perfil del periódico de servicio a Manizales, a Caldas y a la región.

Como empresario fue un convencido de las bondades de la complementariedad del sector privado con el público y de la capacidad de innovación y generación de bienestar de la empresa privada, cuando esta tiene un profundo sentido de responsabilidad social empresarial. Creía firmemente en el capitalismo social, no en el salvaje. Condujo a la empresa no solo a su fortalecimiento patrimonial, sino al tecnológico, que le ha permitido hacer una evolución muy interesante en el mundo de la impresión. Sabía que así se generaban puestos de trabajo de calidad y aseguraba la sostenibilidad en el tiempo. De otra parte, le correspondió el salto digital que abre las posibilidades para aquellas empresas que se han sabido adaptar a los nuevos formatos y escenarios donde los consumidores satisfacen sus necesidades de información y recreación.

Como miembro de la familia, fue un cuidadoso y cariñoso padre, hijo y esposo. Como amigo, siempre receptivo y analítico, era un buen consejero, discreto, sereno y sin apasionamientos.  Un sentido abrazo con motivo de la Pascua de Nicolás a su señora Clemencia, a sus hijos Isabel y Juan José, como a su querida madre Elvira. Siempre estaremos agradecidos con la vida e historia compartida con Nicolás. Paz en su tumba.