Se dio inicio al sínodo sobre sinodalidad, es decir, un sínodo que quiere saber cómo debe la Iglesia trabajar escuchando la voz del Espíritu Santo, que se expresa por los acontecimientos y por las palabras de los demás. Si se quiere, será el Sínodo de la Escucha. Y no será fácil. Sectores reaccionarios de la Iglesia Católica han atacado por activa y pasiva esta invitación que ha hecho el papa Francisco. Tienen temor que el Sínodo también se manifieste sobre temas que la Iglesia viene posponiendo y que demandan de una palabra discernida.
Los temas son el matrimonio de los sacerdotes, el diaconado para las mujeres, la bendición para las relaciones que sin ser matrimonio son formas estables de la vida en pareja en cuestión de diversidad sexual, y la situación de las personas divorciadas. Cinco cardenales: BrandMüller, Burke, Sandoval, Sarah y Zen, enviaron una carta que fue una carga teledirigida con otras acciones en los Estados Unidos donde reductos financiados por grandes potentados, algunos vinculados con Tradición, Familia y Propiedad, están orquestando un mal ambiente para el Sínodo.
Pues bien, el papa les respondió con paciencia y una profundidad demoledora: Primero sobre la Revelación Divina: “… la Divina Revelación es inmutable y siempre vinculante, la Iglesia debe ser humilde y reconocer que ella nunca agota su insondable riqueza y necesita crecer en su comprensión”. Sobre las bendiciones: “… si bien hay situaciones que desde el punto de vista objetivo no son moralmente aceptables, la misma caridad pastoral nos exige no tratar sin más de pecadores a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva”. Sobre la sinodalidad: “… la sinodalidad, como estilo y dinamismo, es una dimensión esencial de la vida de la Iglesia”. Sobre la ordenación de mujeres que de manera definitiva fue negada por Juan Pablo II: “… aún no se ha desarrollado exhaustivamente una doctrina clara y autoritaria acerca de la naturaleza exacta de una declaración definitiva…”. Sobre perdón y arrepentimiento: “El arrepentimiento es necesario para la validez de la absolución sacramental, e implica el propósito de no pecar. Pero aquí no hay matemáticas y una vez más debo recordar que el confesionario no es una aduana”.
El papa, con motivo de la inauguración de las sesiones sinodales, recalcó la importancia de la sinodalidad, como esa posibilidad de dialogar y descubrir en ese proceso de escucha y discernimiento qué está pidiendo hoy y aquí Dios; es fundamental para que la Iglesia pueda responder a los desafíos de nuestros tiempos según lo que el Espíritu Santo suscite en los corazones de los miembros del sínodo. El Concilio Vaticano II fue muy sabio al poner esa realidad en el centro de la preocupación de la misma Iglesia. La historia es pues el espacio y el momento para construir el Reino de los Cielos. Es la aplicación de esta dinámica de apertura a la realidad, como lugar teológico. La Iglesia no puede tener miedo de que sus obispos, laicos y religiosos puedan hablar, compartir, la experiencia de Dios y orar sobre qué nos está pidiendo Dios en esa realidad.
La presencia de un poco más de cincuenta mujeres es un mensaje muy poderoso del papa Francisco, que quiere un mayor protagonismo en la Iglesia de las mujeres. Rogar, que todos los corazones de los congregados estén disponibles a la acción del Espíritu Santo.