En esta ocasión, quiero hablar desde la óptica de alguien que antes que nada promueve el fortalecimiento del liderazgo en la gente; razón por la cual procuro fortalecer el autoliderazgo para lograr tener las competencias necesarias que me faciliten conectarme, de mejor forma, con muchas personas a través de mis conferencias y mis consultorías.
Bajo esta premisa, todos los días me ratifico en que estar solos y la soledad, son cosas completamente diferentes.
Pareciera que hablamos de lo mismo, pero es algo completamente distinto, que a su vez tiene unas implicaciones muy diferentes.
Mientras estar solos es algo que de alguna manera implica una acción voluntaria, un estado físico, una elección; la soledad es más bien un estado emocional, es algo subjetivo, que se puede presentar incluso estando en compañía de otras personas; de hecho, podríamos decir que es la consecuencia de algo que nos está ocurriendo emocionalmente.
Luego de hacer estas precisiones, me quiero referir en esta oportunidad, a lo importante y beneficioso que es, en muchas ocasiones, tener la oportunidad de estar solos.
Tomar esta decisión demuestra nuestro interés de alejarnos del ruido y de las distracciones para descansar, hacer conciencia sobre situaciones realmente importantes, o de ocuparnos de temas que requieran especial atención sin elementos externos que nos desvíen del foco.
Estos instantes, que para mí son mágicos, los podemos utilizar de diversas formas. Desde el espacio adecuado para hacer conciencia sobre un tema de mucha trascendencia, hasta el hecho de poder tener la fortuna de leernos un buen libro, ver una buena película, tener la oportunidad de ir a una buena exposición, o simplemente el hecho de admirar y sacarle jugo a un hermoso paisaje.
Estos momentos deberíamos convertirlos en buenas rutinas, entendiendo además que son uno de los mejores espacios para fortalecer el amor propio y la autosuficiencia.
Para aprovechar estos valiosos espacios, debemos aprender a controlar nuestros diálogos internos, que tienen tanta relevancia y en ocasiones tanto daño nos hacen, con el único fin de evitar que nos perturben y nos impidan el mejor aprovechamiento de lo que realmente queremos hacer.
El empresario, escritor y conferencista Robert Kiyosaki, con mucha razón ha manifestado: “No es lo que le dices a los demás lo que determina tu vida; es lo que te susurras a ti mismo lo que tiene más poder”.
Para ello debemos tener la suficiente preparación que nos permita entender mejor las perspectivas y sobre ellas generar unos diálogos internos más provechosos, cargados de buena energía y positivismo. Obviamente con el único propósito de dedicarle este tiempo valioso a cosas que realmente esté en nuestras manos controlar.
Perdamos el miedo a estar solos, démonos esta maravillosa oportunidad. Propiciemos este tipo de espacios, construyendo estos momentos con mucha ilusión, todo el juicio y toda la dedicación para lograr descansar, oxigenarnos y mejorar sustancialmente la toma de decisiones.