En el transcurso de mi vida personal y de mi carrera profesional he podido comprobar que el poder de las relaciones ha sido subestimado.
Estoy más que convencido de que las relaciones que construimos, mantenemos y fortalecemos son en muy buena medida uno de los principales soportes de una vida exitosa y con buenos resultados.
Por ello, el mayor riesgo que pueden traer las buenas relaciones es lograr consolidar una telaraña de seres humanos que nos facilite vivir en sociedad, con más tranquilidad y mejores ejecuciones.
Si hacemos un recorrido, de la mano de las relaciones, por algunos de los escenarios a través de los cuales nos movemos a lo largo de nuestra existencia, podríamos empezar por las laborales, de las cuales depende, en muy buena medida, que trabajemos en paz y con mucha satisfacción.
Hay que tener presente que es demasiado el tiempo que pasamos en nuestro trabajo, como para arriesgarnos a tener unas malas relaciones con nuestros compañeros. Cuando esto ocurre es altamente probable que se nos dificulte tener éxito y progresar laboralmente.
Además, es muy factible que ese malestar se refleje en todo lo que hacemos, trasladándolo incluso a nuestro propio hogar, con repercusiones bastante desagradables.
En el ámbito profesional, es muy relevante conservar buenas relaciones con los compañeros, colegas y competidores. No soy partidario de fomentar escenarios en los que esto no ocurra.
La armonía debe imperar en todos los procesos profesionales que adelantamos, para así garantizar contextos en los cuales sólo compitamos basados en una excelente calidad, un maravilloso servicio y una enorme eficiencia.
Si nos trasladamos al contexto mundial, unas adecuadas relaciones internacionales tienen que ser un imperativo para todo gobierno, que entienda la importancia de las conexiones con otras naciones para generar sinergias que a su vez faciliten lograr el desarrollo y el aumento de mayores posibilidades para todos.
Es inconcebible que en un universo tan globalizado no se trabaje en este sentido, procurando mantener entendimiento, colaboración y cooperación sobre la base de un respeto mutuo.
Finalmente, abordemos las relaciones familiares, que a mi parecer son las de más trascendencia y de mayores repercusiones en nuestra vida; razón más que suficiente para que les demos un especial manejo.
Tengamos mucho cuidado cultivando unas buenas relaciones familiares; definitivamente estas deben ser el soporte de todas las demás.
El peor de los escenarios es convivir en medio de una familia en la cual sus miembros poco hacen por mantener unas relaciones basándose en el respeto, el entendimiento, la armonía, la buena convivencia y la solidaridad. Todo esto nos garantiza la estabilidad que necesitamos para avanzar con éxito.
Asumamos entonces el riesgo de construir y fortalecer buenas relaciones; incluso, sobre la base de dar todo lo que sea posible sin esperar nada a cambio.
Estoy seguro de que esta será la mejor forma de generar confianza, lo que a mi juicio debe ser el principal pilar de unas relaciones sólidas y funcionales.