Axel Kaiser, abogado y ensayista chileno-alemán, promotor del liberalismo clásico en América Latina logra sacudir conciencias con su obra La tiranía de la igualdad. O bueno, por lo menos la mía.
Kaiser distingue igualdad ante la ley (base de la justicia liberal) e igualdad de resultados, que considera una imposición autoritaria que limita la libertad individual y distorsiona los incentivos en una economía de mercado, lo que deriva hacia el igualitarismo forzado, que malinterpreta la noción de justicia social y pone en riesgo las libertades individuales, desconociendo la responsabilidad y la meritocracia.
El chileno argumenta que la obsesión con nivelar las diferencias materiales lleva, indiscutiblemente, a una pérdida de libertad. Asimismo, sostiene que las políticas públicas orientadas a redistribuir la riqueza a toda costa no combaten la pobreza, sino que acaban con el trabajo, la innovación y la inversión.
En ese sentido, buscar que todos tengan lo mismo, en lugar de garantizar igualdad de derechos conduce definitivamente al autoritarismo, la pérdida de libertades y el estancamiento económico, lo que ha llevado al declive a países como Venezuela y Argentina, en donde reina la cultura que penaliza el mérito y glorifica la dependencia.
Es muy importante poder analizar todos estos planteamientos para entender la trampa ideológica que hay a través del engaño, y del cuento de actuar en pro de la justicia social y de la reforma social. Confunden justicia social con igualitarismo forzado para justificar su autoritarismo y totalitarismo.
“¿Es preferible una sociedad donde todos seamos iguales de pobres, a una sociedad donde todos seamos desigualmente ricos y a nadie le falte nada?”, plantea el autor.
La Ley 100 es un ejemplo para entender el dilema puesto en la conversación. Gracias a este sistema de salud, realmente equitativo, no solamente se tiene una cobertura universal en salud, sino que se convirtió en la primera oportunidad que tuvieron las personas de menos recursos económicos para acceder a atención médica en los hospitales de alta tecnología como la Fundación Santa Fe, el Valle del Lily y el SES Hospital Universitario de Caldas.
Sin embargo, con el discurso de la igualdad y la falsa justicia social, se está buscando destruir este sistema para que todos seamos atendidos en hospitales públicos y estatales. El ministro de Salud, de la forma más inhumana, infame y sin compasión, expresó públicamente que están asfixiando a las EPS para obligarlas a aprobar una reforma a la salud que, según ellos, beneficiará al pueblo, omitiendo su estrategia de estatización y ocasionando la pérdida de vidas, el deterioro de la salud y la escasez de medicamentos.
Cuando se analizan los planteamientos formulados encontramos una clara y explícita estrategia del Gobierno para llevar a Colombia al autoritarismo, perpetuarse en el poder e imponer el igualitarismo forzado. Nos surgen entonces en estos difíciles momentos de nuestra democracia tres interrogantes: ¿Defenderán nuestros jueces de la República nuestra democracia? ¿Nuestros líderes políticos de la oposición tendrán la capacidad de anteponer sus egos, sus rencillas, sus discrepancias para unirse bajo un propósito común y defender nuestra democracia? ¿Qué decisión tomarán las fuerzas militares, o nos llevarán por el camino de Venezuela o harán respetar la Constitución como ocurrió en Perú?
Colombianos, ¿volveremos a la Patria Boba?