“El cuarto planeta estaba ocupado por un hombre de negocios. Este hombre estaba tan abstraído que ni siquiera levantó la cabeza a la llegada del principito. - ¡Buenos días! - le dijo éste. Su cigarro se ha apagado. – Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. ¡Buenos días! Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! Esto suma quinientos un millones doscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. - ¿Quinientos millones de qué? – ¿Eh? ¿Estás ahí todavía? Quinientos millones de... ya no sé... ¡He trabajado tanto! ¡Yo soy un hombre serio y no me entretengo en tonterías! Dos y cinco siete...” (Saint-Exupéry, 1987).
¿Cuántos de nosotros hemos estado como el hombre de negocios con el que se encontró el principito en el cuarto planeta?
Este es un tema más común y también más preocupante de lo que podríamos pensar. Los investigadores del CPS Research, un centro de investigación clínica en Glasgow, Escocia, afirman que la falta de memoria o el ser olvidadizo puede ser causado por el estilo de vida frenético de hoy y por la sobrecarga de información que recibimos cada día. Una pérdida de memoria que no necesariamente es síntoma de ‘Alzheimer’, pero sí puede ser una manifestación de lo que estos investigadores denominan ‘El síndrome de la vida ocupada’. No se trata de un trastorno clínico o de una enfermedad mental, pero sí es una forma de vida que puede traer consecuencias negativas para nuestra salud y calidad de vida.
En los últimos años, tal vez por cuenta de la pandemia, empezamos a tomar más conciencia de la importancia del autocuidado y el cuidado del otro; sin embargo, parece que esta fuera una tarea más que deberíamos poner en nuestra agenda, para la cual no tenemos tiempo. A veces siento que, como humanidad, estamos en una carrera contra reloj en la que no está permitido parar para descansar y recuperar fuerzas. Estar en actividad constante 12, 14, 16 y hasta 18 horas, no es algo de lo que deberíamos estar orgullosos; de hecho, lo que hacemos es someter el organismo a un estrés permanente que termina por quitarnos la energía y muchas veces la salud. Nos dicen que tenemos que aprovechar el tiempo, nos educan para ser productivos, nos piden que generemos resultados, pero no nos cuentan que es igualmente importante ‘no hacer nada’, descansar, dejar que la mente y el cuerpo se tomen una pausa para ‘aburrirse’.
Tal vez se pregunte ¿Cómo puede ser bueno sentarse y no hacer nada? Con todo lo que debo hacer ¡qué locura! Y, si tengo tiempo libre, me voy al celular o busco en qué entretenerme ¡el aburrimiento no es para mí! La mala noticia es que, tanto el cerebro, como el cuerpo y las emociones, necesitan descansar, así se recargan y se nutren. La carrera contra reloj desgasta, agota y sobre todo genera una dosis importante de estrés que, en el largo plazo, se traduce en desgaste físico, emocional y mental.
Vivir de afán y ocupados obedece a diferentes causas: Cumplir expectativas de otros o nuestras; demostrar que somos capaces y suficientes; querer que todo sea perfecto; evitar emociones que no nos gustan como miedo, tristeza, rabia, frustración, etc. Hacer cosas y estar muy ocupados puede generar una sensación de ser útiles y valiosos, y aumentar la energía por un tiempo; sin embargo, no es este el camino para dar sentido a la vida y a lo que hacemos. Las expectativas solo son una ilusión que nos desconectan del aquí y el ahora, de lo que realmente somos y tenemos. El sentimiento de insuficiencia no se supera haciendo cosas, más bien identificando y sanando la raíz que nos llevó a esta creencia limitante.
Las emociones que no nos gustan son señales que necesitamos reconocer y gestionar para que fluyan y nos ayuden a seguir adelante.
Un punto de partida para trabajar este tema puede ser reconocer qué es importante y cuáles son nuestras prioridades ¿Si pudiéramos sacar tiempo para lo que de verdad vale la pena, qué cosas deberían estar en la agenda del día? ¿Qué pasa si en la agenda hay reservado un tiempo para descansar, para no hacer nada, para invertir en nosotros y nuestro bienestar?
¿Cómo están las diferentes áreas de su vida, hay algo que necesita sanar, revisar, cuidar? ¿Le gustaría ser más creativo? La creatividad no viene del ruido y del activismo, sino de la pausa, del silencio y del ‘aburrimiento’ ¿Para qué correr?