Hace un mes, felicidad plena. Para Hernán Darío Herrera la Suramericana lo era todo, su actitud un tanto sobradora, sus gestos, hacían suponer que se sentía en la final. El resto le importaba poco, desestimó la Liga, sus declaraciones apuntaban a la gloria internacional y tenía el convencimiento de que lo iba a lograr.
El 24 de septiembre, de un plomazo, Independiente del Valle aterrizó sus ilusiones, le enseñó que las celebraciones se hacen sobre hechos cumplidos, que nunca se puede cantar victoria por adelantado y que su peor error fue haber desdeñado las demás competencias.
Hoy, cuando tiene que echar mano de ellas, los saldos están en rojo.
Para el Arriero, La Liga era plato de segunda mano y la Copa un torneo de tercera categoría. Con sus decisiones perdió puntos increíbles por excesiva protección del grupo y limitada ambición. Tarde comprendió de que es fútbol, cualquier cosa puede ocurrir y ahora que intenta recuperar terreno el tiempo se convierte en su principal enemigo.
Fallas de cálculo, de procedimiento, acompañadas de datos puntuales que coinciden con esa eliminación. Dayro Moreno y James Aguirre perdieron liderazgo ¿por qué el 17 dejó de ser el consentido y pasó a ser suplente de Jefry Zapata?. Se acabaron la etiqueta de ´que nunca se toca al goleador´ y los brindis con amarillo. ¿Qué les están cobrando?
Extraña la capitanía -por encima del portero- de Mateo García, a quien le pesó porque tuvo una deficiente actuación. Al ´pelao´ Kevin Tamayo, único lateral zurdo, lo culpó del fracaso, y lo borró. ¿Qué sucedió con Alejandro García, tanto rato lesionado, y con Luis Sánchez?. ¿Se conserva la unidad de grupo?
Algo se rompió, que puede ser normal, lo raro es que no se corrija. Herrera jugó a los riesgos y hoy está en la cuerda floja, la estantería se le vino al piso. Se le anticipó, y no hizo caso. Un periodista-hincha en la rueda de prensa le pidió que renunciara. Como nos cambia la vida, solo han pasado 21 días desde aquella lúgubre noche.
En lo personal valoro el trabajo del Arriero y los méritos que tiene al frente de Once Caldas. Por supuesto que los técnicos viven de los resultados y el semestre va en picada.
Hubo posiciones y conceptos impropios en pasajes exitosos, carentes de humildad, y muchos aprovechan el momento para hacer brotar sus odios enfermizos.
Tanto ante Nacional, como en el juego frente a Medellín hubo un catálogo de imprecisiones defensivas e incapacidad ofensiva. Marcó un golazo Zapata, pero fueron seis, si no más, las opciones desaprovechadas. El Cristo de espaldas. En partidos intrascendentes entraron todos, ya no, sumando derrotas en casa que afean la campaña.
El 1-5 es demasiado para lo que se vio en cancha, admitiendo el supremo nivel del DIM con un planteamiento dinámico, que hizo un festín sobre las ventajas que le otorgaron y de una versatilidad táctica que habla muy bien de Alejandro Restrepo. La ´aplanadora roja´ mostró en Palogrande porque es el equipo del año.
Ganarle a Nacional en el Atanasio, y hacer 11 de 15 puntos son tareas inaplazables so pena de terminar en blanco el semestre, advertencia que se hizo cuando el Arriero y sus muchachos no creían en nadie, se montaron en la escotilla del bus y olvidaron que la Liga es el pan de cada día y que menospreciarla es un absurdo. Lástima, porque se cuenta con un buen equipo.
Hasta la próxima...