Con valentía, interpretando el juego y con aciertos desde el banco, Once Caldas se trajo de Pereira un punto que vale oro. Sumar en el clásico de siempre, bajo condiciones adversas, estimula la campaña, motiva al hincha y lo predispone a esperar con optimismo el primer lance de la Copa Suramericana, contra Fluminense.

Haciendo gala de su espíritu guerrero, el Blanco volvió a dejar mal parado a un rival que, con un hombre más la mitad del partido y en ventaja por gol de camerino, se vio sorprendido por un equipo con signos de mejoría y que sigue manejando estadísticas favorables en la historia de los enfrentamientos regionales.

Lo que tanto se ha reclamado, los relevos que no han dado la medida, esta vez, en ese empate con sabor a victoria, fueron la solución. Quienes ingresaron durante el segundo tiempo provocaron el revulsivo. Movimientos atrevidos del técnico Herrera que, con diferencia numérica en cancha, no se resignó, buscó y encontró la recompensa.

Partido atípico, con anotación en contra a los tres minutos por desatención defensiva, jugando mal y sin la pelota todo el período inicial, perdiendo por lesión a Jorge Cardona a los 19 minutos y con un jugador menos desde el 48 tras la expulsión de Jéider Riquett, por golpe violento sin balón, con un comportamiento censurable e inaceptable.

La actitud fue clave y se notó en el arranque del complemento. Mientras que Pereira retornaba lentamente, Once Caldas, sin modificaciones, ya tenía posicionados sus hombres en el campo. La tempranera roja directa condicionó la propuesta y las variantes: Luis Palacios por Jefry Zapata y Manuel Arteaga por Alejandro García.

Cuesta se fue a la lateral izquierda, Castaño y Malagón quedaron como centrales y por derecha Palacios atacó y defendió. Once Caldas no renunció a salir, Arteaga entró enchufado, fue el arquitecto de las maniobras ofensivas y con liderazgo se convirtió en el socio para los de arriba, con precisión en la entrega.

Luego abandonó Cuesta por Contreras - defensor por delantero - mostrando las garras en procura de la presa. ¡Y se dio!: a los 79 minutos Dayro transformó un penalti bien señalado y el poco público camuflado en el estadio y los muchos pendientes afuera, celebraron lo que tuvo tintes de hazaña, por las circunstancias.

Frente a Santa Fe, en la fecha anterior, fue superior en el trámite y se quedó sin nada. Se crearon las opciones, pero faltó gol. Sin embargo, insinuó formas que dieron a entender crecimiento en los rendimientos individuales y colectivos, que no se habían visto y que, de alguna manera, alertan positivamente a ocho días de la competencia internacional.

El clásico tenía aditamentos particulares, con la tribuna norte vacía y un marco intenso con los colores rojo y amarillo, motivado por las autoridades locales y el conjunto matecaña. Eso de aplaudir las gradas sin gente por parte de los jugadores fue un mensaje extraño, pero válido, demostrando el compromiso que ese plantel unido mantiene con la ciudad y el departamento.

Pereira no se pudo sacar la espina y Once Caldas, que este jueves hará partido adelantado en Palogrande contra Llaneros –jornada 16–, entra en línea directa hacia la Suramericana, con una nómina muy básica, cargada de amor propio, sacrificio y ganas, que pueden resultar insuficientes porque se armó sin darle la trascendencia real a su regreso al certamen continental.

Hasta la próxima...

Mario César Otálvaro