Todos coincidimos en qué, con poco se ha hecho mucho, que denota cierto pesimismo, o realismo, frente a hechos concretos que deben revisarse. La conformación del equipo, por los factores que rodean la institución, debe plantearse desde un plus de excelencia que garantice competitividad desde su propia naturaleza, no como un proyecto fortuito.
Desde que comenzaron los cuadrangulares al Once Caldas se le vio como el comodín del grupo por los rivales que le correspondieron, su nómina inferior, la falta de banca, el estar a la par en un torneo internacional y el desgaste físico denunciado por su propio técnico. Solo la fe de sus hinchas movió montañas de ilusión hacia la tan ansiada final.
Es necesario un cambio de discurso, pasar del ‘antes llegamos lejos’ al ‘tenemos con qué’ para lo cual se cuenta con herramientas fundamentales como el orden institucional, el respaldo económico y estructural, el trabajo de campo, el cuerpo técnico y el apoyo de la afición. Se requieren decisión, convicción, conocimientos y empeño.
Sin grandeza se arma el Once Caldas. En cuanto a los refuerzos, en los últimos tiempos han optado por la cantidad sobre la calidad primando los factores económicos al buscar futbolistas que sean agentes libres, o tratando directamente con clubes de discreto papel por la facilidad que implica. Política con poco de atrevimiento, o apuestas al azar.
Sucedió. El año pasado se ganaron la lotería con Mateo García, proveniente de la B, y James Aguirre, quien fue suplente una década en el Bucaramanga. Para esta temporada solo Jerson Malagón, de ocho que llegaron, reconociendo que Juan Felipe Castaño y Mateo Zuleta están en formación y técnicamente tienen futuro.
Cinco nombres, seis con Michael Barrios, de 27 que contrataron desde enero de 2024 (tres torneos cortos) supone errores de gestión en ese sentido. No se trata de que se desborden en costos, Once Caldas es un negocio privado y como tal su prioridad es generar riqueza, pero vale la pena revisar esos parámetros con el fin de acertar y elevar el contenido del producto.
Son valores agregados de la razón de ser del equipo cuyos principios deben estar enmarcados en representar dignamente la región, obtener resultados y competir, arrojando beneficios de satisfacción y orgullo para su hinchada, y de ganancias, títulos y estabilidad empresarial para sus dueños, con crecimiento y posicionamiento de la marca.
Todos gozamos con los triunfos de Once Caldas y nos solidarizamos, aceptamos y estamos de acuerdo con qué sus accionistas logren utilidades. Es más, cuando el balance arroja superávit hay orgullo ciudadano. Es hora, entonces, de ir más allá después de largos años con un protagonismo que pareciera morir en las semifinales por escasez de nómina.
Aun así, está fue la tercera vez con Hernán Darío Herrera que Once Caldas escaló lugares de privilegio. Ahí está, a partir de Él y su gente -confiables, trabajadores y honestos- que empiece la nueva construcción con mayores pretensiones desde su alineación individual.
Tolima y Bucaramanga lo hacen, y tienen menos historia, y recursos.
La afición de Manizales, su respuesta a lo largo del campeonato, su pasión en los momentos de gracia y lo que el equipo significa para la región, invitan a ese replanteamiento en la orientación del Once Caldas. La plata es del dueño, pero se le puede convencer. Son los mandos medios quienes deben proceder sin timideces, con una acertada escogencia de los refuerzos y la mentalidad de que hay plaza para sacar un campeón.
Hasta la próxima...