El 21 de mayo de 1851 el presidente de la Nación, José Hilarlo López, sancionó la ley de libertad de los esclavos, en cuyo primer artículo se consigna: “Desde el 1 de enero de 1852 serán libres todos los esclavos que existan en el territorio de la República".

Fue grande el impacto vivido con ese anuncio; impresión parecida ofreció el elegido papa León XIV con su saludo: "La Pascua de Cristo resucitado esté con todos", es decir con el mundo y sus habitantes. Más todavía hubo regocijo cuando explicó que asumió el nombre de León para continuar el legado social del pontificado de León XIII, quien recordó que sin justicia social y fraternidad humana no es posible aspirar a una paz duradera.

El papa Francisco en su carta "fratelli tutti", sobre la fraternidad y la amistad social, que permite reconocer, valorar y armar a cada persona más allá de la cercanía física, del lugar del universo donde haya nacido o habite. Señaló la negativa actitud del "descarte", cuyo objeto no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos.

Años atrás el Concilio Vaticano II ya había llamado la atención sobre la peligrosa mentalidad de las esclavitudes modernas que divide en clases, valores, capaces e incapaces; dejando a un lado los que no atraen el agrado de los que están al frente de la marcha de la sociedad.

Un camino largo y tortuoso en todas las civilizaciones que se está superando en la medida en que nos consideramos hermanos, iguales en derechos, oportunidades y valores. La variedad de culturas, creencias, razas, economías no nos deben distanciar sino lograr ser hermanos en medio de las diferencias; sentirnos fraternos, no contrarios.

Me parece oportuno el hecho acaecido en algún lugar: Un día se presentó un hombre adinerado y compró los esclavos más fuertes, y al llegar a su hacienda les entregó una carta de libertad. Los compró para darles libertad. Ellos, sorprendidos y enseñados a vivir en sujeción, no podían creerlo. Al ver tanta generosidad le pidieron que los dejara quedarse a trabajar con él y vivieron felices, en progreso y libertad.

Podemos hacerlo, y sobre todo es lo que hizo Jesucristo por nosotros: nos rescata de toda esclavitud con el precio de su sangre y nos da la libertad del amor de hijos de Dios, hermanos e iguales en dignidad. Buena tarea.