Si el año jubilar nos invita a ser peregrinos y caminantes en la esperanza, comparto dos miradas que amplían el corazón.
Son horas de la mañana y como pinceladas de amor la entrada a escuelas y colegios se llena de niños con ojos brillantes llevados por su padre, su madre, su abuelo(a) o tío(a) que les conducen hasta la puerta y casi todos con una bendición al pequeño chico(a) y la caricia de un beso les dejan listos para alegrar las aulas y saber que hay semillas de futuro. Es la familia en crecimiento, en formación, en progreso.
También llega la juventud en grupos bullangueros de parceros que con sus interrogantes, miedos y ensayos de vida hacen de los colegios hervideros de fuego y camino en crecimiento que sabe a Patria nueva, alegre y en corazón de unidad y servicio. Es el árbol que ya brota en verdor de hojas y frutos primigenios que arreglan el sendero y el camino y va aprendiendo a vencer los obstáculos y tentaciones que callan las canciones.
Ver este panorama es gozo que ilumina, como el sol que en la cordillera asoma radiante y promesero.
En horas de la tarde me encuentro con otras personas que llegan a las salas de sus parroquias con libreta en mano abrazada a la Biblia, la sonrisa y el saludo fraterno al encontrarse.
Pregunto el motivo y la razón de aquel ánimo que se dibuja en rostros de jóvenes y adultos que toman su asiento después del jubiloso encuentro fraterno. Me dicen con determinación: Somos asistentes como alumnos a la "Escuela de Maestro”, que cada semana nos juntamos para ir desgranando los pasos de la vida de Jesús y en este mes de junio aprendemos los sentimientos del Señor en sus actitudes, desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección.
De creyentes en Dios pasamos a ser discípulos de Jesús, que a medida que seguimos sus pasos nos hacemos misioneros de su proyecto magnífico para toda la humanidad llamado el Reino de Dios. En este mes de junio queremos aprender del Corazón de Jesús sus motivaciones para ser fiel al Padre y llegar a iluminar y salvar a la humanidad.
Nos interesa aprender de Jesús sus actitudes en la encarnación, en su infancia, en la huida a Egipto, en su vida familiar, en su vida pública, en el compartir con sus discípulos. Miramos bien para aprender sus disposiciones en los momentos cruciales de su vida. Mirada faro de esperanza y gozo. Aleluya.