Al celebrar hoy el Día del Idioma y del patrono del Movimiento Scout mundial algunos anotan que este violento planeta podría mejorar si todos nos empeñásemos en hablar y escribir mejor y en estar siempre listos para servir en generosidad, lealtad y sacrificio.

Bueno sería escuchar palabras limpias de odio y de venganza con tonos de belleza, modalidad clara y uso del idioma de manera agradable, veraz y sin ofensas; bueno igualmente encontrar personas animosas para servir, en especial al más necesitado sin esperar recompensas ni servilismos.

Todo sería mejor, agradable y hermoso y haríamos de cada día una página para llenarla de buenas palabras y acciones que terminen siendo una sinfonía amorosa de fraternidad, comunidad y crecimiento en progreso.

La Pascua es brote real de esto si se vive al estilo de Jesús resucitado que rompe el muro de la oscuridad y se le ve animando aquí y allá en el camino, en una casa, en una barca, en un jardín; todo en Él habla desde la Pascua, de reconstruir lo que el mal ha destruido, dañado, demolido.

Pero lo que más me impresiona como resultado de la Resurrección es la manera de llamar, hacer discípulos de nuevo; hacer hombres nuevos a seres, varones y hembras, que le fallaron, le negaron, no dieron el tono esperado.

Al reunir lo disperso, llamar lo nuevo, establecer la marcha del Pueblo de la nueva alianza, Jesús no hace a un lado, no ignora, no desprecia a los que han huido en miedo o cobardía, lo han dejado solo en el momento más doloroso y dramático de su paso terreno; por el contrario, sale a buscarlos, a llamarlos de nuevo, a reunirlos con una misión de luz.

A Pedro, el que le negó, débil e impetuoso, lo llamo de nuevo y con la sola pregunta de amor y la respuesta sincera y humilde, lo hace cabeza visible de la Iglesia, piedra central de construir.

Así reconstruye, reúne, edifica, organiza la Iglesia el Señor resucitado. Esto indica que todos somos llamados para construir su Reino, la Asamblea de hijos de Dios, el nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia peregrina en Esperanza.

La vida en la Pascua es un llamado a quitar el cascarón de miedos, malos recuerdos, experiencias negativas y soltar las expresiones de perdón, humildad, amor y reconciliación. Pascua es reconstruir la vida.