Había comenzado hace unos meses a escribir una serie de artículos sobre la historia de Manizales relacionada con la literatura. Empecé escribiendo sobre Manuel Pombo, Diego Fallón y Gregorio Gutiérrez y suspendí por surgir temas de cierta urgencia, que a pesar de que los columnistas no somos noticiosos, no ignoramos lo efímero que puede ser un periódico de ayer.
Continúo con Agripina Montes del Valle y apenas voy en el año 1880. Esta mujer, nacida en Salamina en 1844, casada con Miguel del Valle, empleado público, y ella maestra, pasaron a vivir a Manizales, cada uno ejerciendo su oficio.
Lo interesante en la figura de Agripina es que era mujer y escribió en plena colonización, época en la que la mayoría de nosotros solo vemos esforzados arrieros moviendo carga con sus bueyes y mulas y no logramos dimensionar ese pasado en toda su magnitud. Así que en las casas de un piso con techo de paja, o las grandes casonas de bahareque de la plaza que vemos en las fotos viejas también hubo cultura, porque se hacía poesía y se cantaban bambucos y pasillos.
Se contaba con una escolaridad que comparada con hoy es deficiente, pero en su época fue la más alta del país. Su impacto será claro y para Manizales inconfundible, porque fue el maestro, poeta y sacerdote Nazario Restrepo quien les abrió el mundo clásico a sus alumnos, los futuros grecolatinos que estudiaban en el Instituto Universitario de Caldas.
Agripina Montes como mujer escribía en una época de acentuado paternalismo, en el que a la mujer le correspondía un papel menor en cuanto a la vida pública, rompiendo paradigmas centenarios. No fue feminista en ese sentido, pero le hizo fácil a otras mujeres ensayarse en ese campo y aportar al tema de la poesía. Del respeto y reconocimiento, como la describe el cronista Luis Londoño, que conoció y trató a Agripina, se deduce que la sociedad aceptaba su actividad que, matizada dentro de una actividad pedagógica, no choco con los cánones. 
Pertenecía esta dama, que morirá en Anolaima en 1916, a la escuela de José Zorrilla, aquel poeta español que introdujo el romanticismo a las letras castellanas, devolviéndole a la poesía la emoción, superando métricas clásicas. Recobró la literatura con este hombre que sufrió críticas por su emotividad, la espontaneidad. Ella no copió a pie juntillas las reglas de esa escuela, sino como buena antioqueña, igual que Gregorio Gutiérrez González, adaptó los planteamientos de Zorrilla a su mundo convirtiéndose en una gran poetisa que alcanzó reconocimiento internacional y sobre quien Rafael Pombo escribía largos artículos. 
Seguramente los primeros trabajos de esta salamineña se publicaron en el primer periódico que circuló en Manizales por iniciativa del general Restrepo, su dueño y editor, en el año 1876 con el nombre “El Ruiz“. Al parecer este órgano de divulgación dejó de existir debido a que otro poeta, Jorge Isaacs, quien en esta oportunidad interviene como general del radicalismo vencedor y decomisa la imprenta, pero que no impide un despertar del periodismo en la recién fundada ciudad.
En el año 1879 Federico Velásquez publicó “Los Ecos del Ruiz“. Contaba Manizales ya con 14.000 habitantes. Sigue en la lista “La Idea“, periódico de 1881 del cual Tomás Calderón, estudioso de los primeros pasos de los periódicos en la ciudad, no logra dar razón de sus editores y aduce no mas que el mecenas era un general Luis Capella Toledo. Colaboraron con “La Idea“ mujeres como Natalia Grillo y María del Rosario Grillo, parientas del famoso Max Grillo y doña Joaquina Cárdenas, así que mujeres escritoras en la Manizales antigua no eran una escandalosa curiosidad. En 1882 sale” La Frontera“ de propiedad de Simón López A. “La Voz Juvenil“ es de 1884, director y administrador Dionisio Yepes M. También tuvo Manizales una “Primavera“ en 1885 editada por una sociedad de poetas a la cual pertenecieron hombres como Ignacio Villegas, Silverio Arango y Pedro Henao. De 1890 es la “Voz del Sur“ de propiedad del vehemente general Marcelino Arango, esta fue la primera publicación netamente política en su contenido. En 1890 sale el “Taquígrafo“, publicación hecha a mano por Cipriano Ocampo en Chinchiná. En 1891 un importante grupo de maestros integrado por Jesús María Guingue, Jesús Londoño Martínez, Antonio María Restrepo Eusse sacaron “El Amigo del Hogar“ que duró poco, pero era como una especie de calentamiento porque estos hombres estarán al frente de más publicaciones.
“El Imparcial“ circuló a partir de 1891 de Ramón Gómez Gaviria, consumado tipógrafo que lo redactaba de una vez sobre las cajas de impresión. “El Trompetero“ es de 1891; de 1893 “El Sur“; 1893 sale “La Actualidad“; “El Editor“ en 1894; “El Iniciador“ 1895 y “La Frontera“ volvió a salir en 1895. En el año 1898 reviven varias publicaciones: “El Correo del Sur“ y “El Eco Juvenil“ y de ese año es también “El Pequeño Ateneo“. Termina la intensa actividad literaria del siglo XIX en Manizales con “El Rayo X“.
Concluir entonces que la Manizales que admira el país, aquella que crea departamentos, construye ferrocarriles y sobrevive a los incendios, es la Manizales hecha en bahareque, es lógico.