Concluido el evento más importante que celebra Manizales y estando la Administración Rojas iniciando su labor es oportuno resaltar la relación simbiótica entre estos dos temas. A pesar de la expansión física de la ciudad, la Feria se centra en esas calles declaradas patrimonio cultural y su zona de influencia y amortización. Los desfiles de las reinas cafeteras tienen como meta la Plaza de Bolívar y las cuadras entre las dos plazas del Centro, son las más concurridas por el público ávido de este ritual que por décadas hemos montado los manizaleños, que atrae a miles de visitantes y en el que le colocamos una corona a una mujer basándonos en sus atributos físicos, proclamándola reina sin reino, porque ella manda, teóricamente, sobre el grano y no sobre la región.
Las reinas son la fachada brillante de nuestra Feria y la carrera 23, o debo decir de la Esponsión, es el patio más trasero del evento. Allí se sacrifica lo cultural y lo más representativo que tenemos, para montar un muladar que degrada el valor turístico de ese patrimonio. Ningún turista querrá asomarse nunca a un Centro Histórico que los mismos lugareños degradan de tal forma. Y es curioso y solo logro especular basado en unas pocas entrevistas que le hice a algunos empresarios que prostituyeron la 23 por varios días y el balance fue extraordinario. Fueron miles de millones de pesos que se movieron en esos toldos donde vi, yo vivo en el Centro, hasta puestos donde vendían ollas y platos. Me convencí que ese mercado mueve la economía y que esa recta de cambuches es la Feria que pueden gozar los visitantes carentes de fuertes sumas de dinero, pero igualmente de interesados en “hacer Feria” y que tal vez son la mayoría.
Interesante disyuntiva que el nuevo alcalde debe resolver si quiere ganarse el respeto de la ciudad. Leí en La Patria que el mandatario tenía el propósito de actuar sobre el comercio informal, pero no entendí cuál era su estrategia, porque no creo que tenga como eje la simple “reubicación” de estos industriosos ciudadanos y todos sabemos que no se trata de un simple caso de policía. Por medio del exalcalde Germán Cardona, un grupo de ciudadanos le hicimos llegar al señor Rojas un boceto de propuesta para salvar de la Feria al Centro Histórico y a la vez potenciar ésta asignándole un rol diferente a su tradicional radio de acción.
La propuesta se basa en entender que al espacio público se le ha dado un valor económico muy bajo, volviéndolo interesante solo para la economía más elemental como la que se mueve en el Centro Histórico hoy en día, donde todos, excepto unos desconocidos, pierden. Que solo con una intervención a esa demanda se puede dar un paso sólido para conciliar la famosa disyuntiva que muchos alcaldes solo han ignorado, especialmente, el burgomaestre anterior.
Deduzco que esa idea original y basada en la observación fue desechada porque reubicarán a los vendedores de la 23 y apenas llegue al Parque Fundadores la caravana de evacuadores y evacuados, una nueva legión se asomará a la calle 15 liderados por los consabidos chisperos. Saturarán estos alborotados comerciantes los planes de asistencia social del Estado multiplicando su caos y eso solo porque ningún funcionario se puso en la tarea de estudiar y entender a la 23, pero sí, basado en la fuerza de la ley, hacer experimentos que en ninguna ciudad dieron resultados de verdad.
Quiero cerrar con rechazar de plano los planteamientos identitarios de Álvaro Gärtner haciendo esta pregunta: ¿Cuándo Gärtner ha escrito algo afable sobre Manizales? Hágamelo saber.