Una de las características de nuestro quehacer literario es producir libros pequeños, son escasas las obras de 500 páginas y menos trabajos en varios volúmenes, al parecer lo que se escribe es muy inmediato y corto.
Recuerdo como obras extensas las Quisquillas de Efraín Osorio, de resto somos discretos. En ese contexto sobresale “El Carnaval de Riosucio", tomo II, de Julián Bueno, publicado hace poco y que hace parte de una obra de cinco volúmenes. Es inspiradora la pasión que le pone este riosuceño a investigar y reunir tanto detalle para lograr el retrato de uno de los eventos culturales que caracterizan al departamento de Caldas.
No hay trabajo que se compare con este voluminoso escrito que, de forma fluida y rigurosa, recoge todo lo que se sabe acerca del Carnaval. Y, a pesar de ser extenso el libro, su lectura es grata e interesante. Atento al detalle, Julián Bueno recoge versos, pone fotos y hace comentarios como si estuviera elaborando un álbum familiar.
Este no es el primer libro de Julián, así que este avezado escritor produce una narración que cualquier lector puede disfrutar. Recrea Bueno esta fiesta mestiza en estas páginas como solo lo logra alguien que ama profundamente su terruño y su gente.
Puedo decir con admiración que este Carnaval lo escribió, un apasionado que vive el tema, que lo defiende y no un científico social imbuido en grandes teorías traducidas del francés.
Con este libro logró Julián Bueno elaborar una importante pieza del rompecabezas de nuestra identidad caldense, más me temo que ese gran aporte se malogre por la indiferencia del Gobierno, porque esta obra la debería patrocinar el gobernador, imprimir los volúmenes que faltan y repartir esos libros en cada uno de los municipios con la debida promoción para que se conozca, en profundidad, qué es el Carnaval de Riosucio y de esa manera aportar a la integración de este centrífugo departamento.
Sería un error imperdonable que este trabajo quede inconcluso o solo se vuelva referencia para investigadores foráneos y nuestra gente no tenga acceso a su nutricia savia. Aquí hay algo grande que ayuda a definirnos, a entender quiénes somos y qué nos compone.
Pienso que la grandeza de un departamento depende del brillo que aporta cada uno de los municipios y en esta magna obra, producto de una exhausta labor investigativa y una magnífica inspiración, se encuentra exactamente ese aporte.
Sé que la inversión en cultura la rige la idea de acompañar a los que poco acceso han tenido a ese apoyo y a esos recursos, pero en el caso del Carnaval, de Julián Bueno, el Estado debe reconocer un fenómeno que se da muy de vez en cuando y amparar esa obra, no como homenaje a ese gestor cultural, sino como homenaje a nuestra identidad.
A mí no me cabe duda que esa obra debe tener prioridad, ya que es absolutamente riosuceña y completamente caldense.