Ahora que la ciudad está ganando conciencia de que los toros definitivamente salen de la programación del gran evento, es importante reconsiderar muchos aspectos y así poder diseñar una Feria que no desmerezca la fama que por tres generaciones construyó. Tiene Manizales una figura de gran peso que los jóvenes planificadores no han analizado y por ende incluido en su repertorio, ya sea como hecho histórico o como fuente de inspiración.

Luz Marina Zuluaga no deja de ser una mujer de quien se puede hablar usando superlativos, pero si esa categorización no se entiende desde lo histórico, la trascendencia de Luz Marina queda tergiversada. Si el alcalde Hernando Arango Monedero la denominó como un símbolo de la ciudad, acertó, pero se quedó corto, ya que ella fue más. Ningún manizaleño, hombre o mujer, le ha dado tanta alegría e ilusión a la ciudad como lo hizo esta joven mujer en su momento.

Esa corona ganada en 1958 ciñó su cabeza y a la vez la de la ciudad. El prestigio y reconocimiento de la ciudad se incrementó; la Feria que se empezó a desarrollar a partir del Centenario celebrado en 1951, con Luz Marina y su corona universal, tuvo un respaldo definitivo. Manizales en esa época vivió un apogeo inmenso, tanto, que digo que, si esa corona se logra una década antes no tiene el impacto que tuvo, y si se ganara hoy, sería solo una corona más. Es admirable lo que logró doña Luz, como la adusta política cafetera personalizada por don Pedro Uribe, o la oratoria del gran Fernando Londoño fueron complementadas con la bella sonrisa de esa muchacha de 20 años.

Luz Marina le dio un rostro dulce a Manizales y evidentemente simboliza el esfuerzo de todas las mujeres que fundaron, levantaron y reconstruyeron la ciudad. Hizo más esta bella niña por Manizales que 11 hombres jugando balompié.

Le correspondió encogerse de hombros al primer presidente del Frente Nacional, ya que su posesión la opacó la llegada de Luz Marina a Bogotá, debido a que el país entero le prestó más atención al regreso de Miami de la reina manizalita.

¿Cuánto le debemos a esa formidable dama? ¿Y cuánto más puede hacer esa suave sonrisa por nosotros? Rediseñemos la Feria, pero primero recapitulamos quienes somos.