El pasado 6 de febrero el presidente Gustavo Petro se reunió con el presidente y el vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia. Vimos las imágenes de este encuentro en los medios. La reunión trató varios temas, pero sus platos fuertes sin duda fueron la disputa del mandatario con el fiscal Barbosa y la elección de Fiscal General de la Nación por esta corte. Dio la impresión de que todo fue bien. Luego de la reunión el presidente Petro publicó un mensaje en X: “Reunidos con el presidente de la Corte Suprema de Justicia, con el magistrado Gerson Chaverra, y su vicepresidente, Octavio Tejeiro. Un gobierno progresista no atacará a la justicia, pero sí a la impunidad. El progresismo es básicamente justicia, ciencia y poder popular. Por eso, la situación actual no debe dirigirse como una presión a las cortes”. Nuevamente, como sucede con tantos mensajes del presidente, uno se puede preguntar ¿Qué quiere decir esto? ¿Por qué esta amalgama o mezcolanza de tópicos? ¿A qué cuento viene la exaltación del progresismo, la ciencia y el poder popular?
Dos días después, el 8, la Corte Suprema se reunía para elegir Fiscal General, para empezar ese largo y tortuoso proceso que por el bien del país ojalá en esta oportunidad sea breve y claro. Entonces, hasta el Palacio de Justicia llegó una manifestación, a lo sumo mil personas, que exigía con vehemencia a la Corte que eligiera ‘ya mismo’ a la nueva fiscal – las candidatas son tres mujeres. Esta manifestación terminó convirtiéndose en una especie de sitio, pues prácticamente impidió la comunicación entre el edificio de la justicia y el exterior, con las tremendas incomodidades que implica y la restricción tremendamente antipática a la movilidad de quienes trabajan en las altas cortes. La manifestación sin la menor duda contó con la aquiescencia del mismo Presidente de la República, y una señal clarísima de esto fue la intervención en la jornada del 8 del colectivo Activistas por el Cambio, un grupo de decididos partidarios del Presidente, que tiene comunicación directa con la Casa de Nariño y que es coordinado por el muy cuestionado catalán Xavier Vendrell. Un trino delator de Activistas por el Cambio indicaba que ningún magistrado podría salir hasta que no se eligiera fiscal. Esta movida del Presidente hay que leerla dentro de la disputa del mandatario y el fiscal general Barbosa, este un fiscal calamitoso, incompetente y abusivo de su cargo público. Se juntaron el hambre con la necesidad.
Entrada la tarde, ante la evidencia del brutal error de aupar una manifestación contra la justicia, el Presidente desautorizó a sus partidarios y creyentes y las inmediaciones del Palacio de Justicia volvieron a la normalidad. Lo que siguió fue un intento del Gobierno por sacarle el bulto a su evidente responsabilidad frente a este desafuero, y por parte de la recalcitrante oposición de la derecha dura de magnificar lo sucedido. Fernando Londoño lo catalogó como el ataque más grave a la Justicia en doscientos años, como si la toma de 1985 no hubiera existido, y otros aventuraron que hubo un riesgo de que las cosas desembocaran en una toma violenta y sangrienta del Palacio de Justicia. Estas dos visiones, la de una izquierda que quiere aferrarse al poder logrado, y la de una derecha que no quiere perder el poder que siente se le está yendo de las manos, son tremendamente dañinas para la sociedad entera, para el funcionamiento del Estado y para la política.
Petro y sus némesis de la derecha le están haciendo un daño enorme al país, ambas partes tienen una visión distorsionada de la realidad y pregonan su lectura terrorífica para conseguir adeptos y feligreses a sus causas. Petro ve golpes de Estado, conspiraciones y conjuras en su contra en todas las esquinas, y a la derecha dura poco le falta para decir que Petro es un comunista mataniños y comecuras ¿Acaso habrá un espacio para la sensatez? Qué bueno es saber que De La Calle está en el Senado. Por último, qué poco decoro de quienes ondeaban las banderas del M19 en el sitio del Palacio de Justicia este 8 de febrero ¿acaso no se acuerdan de lo que pasó allí hace casi cuatro décadas?