El atentado contra Miguel Uribe Turbay del pasado sábado 7 de junio trastornó de manera grave la vida del país en varias dimensiones: espiritual, moral, social y política. Dos imágenes me impactaron fuertemente: la primera es la del joven candidato totalmente indefenso en el mismo momento en que el sicario hace los disparos por la espalda y una bala recorre 4 metros hasta alojarse en su cabeza. La segunda es una foto de hace unos 4 años que muestra a Miguel Uribe en total plenitud con su hijo de un año. La primera nos muestra la brutalidad de la violencia y la segunda sus estragos.
Por el gran impacto que tal acción está teniendo y seguirá teniendo por mucho tiempo es preciso revisar sus causas y consecuencias con mucho cuidado y objetividad. Así como el diagnóstico del médico es la base para el tratamiento, poder establecer la causa del atentado y precaver sus consecuencias es de vital importancia para nuestra vida política y social.
¿Quién lo mandó matar? ¿Por qué dieron la orden? Han surgido múltiples hipótesis y no se deben descartar muchas de ellas, pero hay unas que pueden ser más asertivas que otras y tienen mayor asidero en la realidad. Creo que los dos extremos de la política están haciendo lecturas incorrectas, con el grave riesgo de que sus seguidores compren estos razonamientos y se genere una mayor rivalidad que contamine de manera muy peligrosa la política y las relaciones sociales.
En la consideración de este crimen en particular no veo una relación directa entre la pugnacidad y retórica hostil del Gobierno, y en especial del presidente Petro, y este acto. Es cierto que la irresponsabilidad verbal de Petro es tremendamente dañina y que posturas de la derecha dura contribuyen a generar un malsano ambiente en la política y la vida social, pero ni una ni otras, hasta ahora, han sido causa de violencia física. ¿Podrían serlo a futuro? Sí. Pero hasta ahora, durante este Gobierno, no lo han sido. También es delirante pensar que Uribe Turbay fue mandado a matar por miembros de sus propias huestes con la intención de caldear el ambiente a su favor.
El atentado no tuvo su fuente dentro de la política, aunque sus autores sí querían afectar la política. Es en esto que guarda una tremenda similitud con los crímenes de Pablo Escobar entre 1984 y 1993. Quien mandó matar a Miguel Uribe quería demostrar fuerza, poder, capacidad de causar daño e intimidar, y así sostener sus intereses, ¿Quién se parece a Pablo Escobar en este momento en su mentalidad, estructura organizativa y propósitos? Las organizaciones criminales que manejan el narcotráfico y muchas actividades criminales como la minería ilegal y la extorsión, y el control social de muchas regiones de Colombia.
El país tiene un buen número de organizaciones criminales que cumplen estos requisitos, todos son sospechosos. Pero hay unos más sospechosos que otros. La coyuntura actual, los hechos recientes de violencia extrema y el pulso militar y de poder que sostienen con el Estado hacen que mirar a las disidencias de las Farc sea pertinente.
El porvenir de la política nacional está signado ya por el atentado criminal a Miguel Uribe, y lo que pase con su vida incidirá en buena medida en el futuro del país.