Hace pocos días el presidente Gustavo Petro instruyó a la Armada Nacional para que enfocara sus esfuerzos en el rescate del Galeón San José. En su intervención daba por hecho que la Armada podía cumplir con su instrucción. Me llamó poderosamente la atención la noticia no por el hecho en particular, sino porque era la confirmación de un patrón de gobierno del presidente: la frecuencia de la insensatez en sus órdenes y disposiciones. El asunto del Galeón San José lleva ya muchos años, décadas, en un estado de debate y opiniones encontradas entre los expertos, los gobiernos y la opinión pública; y lo que se puede concluir es que es muy complejo en su tratamiento: asuntos técnicos y tecnológicos de su extracción, financieros, comerciales y legales están involucrados. Hasta para libros y dedicación de varios historiadores y expertos ha dado el tema. Pero el presidente Petro simplemente le da instrucciones a la Armada para que saque el Galeón.
Es de todos los días. En cada tweet o en cada intervención pública el presidente sale con una perla que siempre causa un remezón. Los más recientes ejemplos: destinar 1.2 billones de pesos para hacer un pago mensual de 1 millón a cien mil jóvenes en condición de vulnerabilidad y en riesgo de convertirse en agentes violentos; una idea buena, pero ¿sensata fiscalmente? También dijo que mientras los programas de sustitución de cultivos y alternativas económicas para los cultivadores de hoja de coca dieran sus frutos, estos campesinos podrían seguir sembrando y cosechando. Si bien es un tema tremendamente complejo y delicado, y como se ha establecido los cultivadores son el eslabón más débil de la cadena, es muy problemático que el presidente dé una declaración así. Empezando porque el cultivo de la coca es un delito. Es cierto que la sanción penal ha sido desbordada de lejos por una realidad social de gran magnitud, pero aun así, el presidente no puede decir lo que dijo.
Insinuar serias talanqueras al flujo de capitales y una tasa de cambio por decreto sin duda genera un ruido en la economía tremendamente perjudicial, así las medidas finalmente no se apliquen. Y también la posibilidad de desarrollar una banca pública y darle funciones bancarias a Colpensiones son temas que requieren un muy concienzudo análisis. Hay que decir que la mejor prenda de garantía para la economía nacional es la presencia en el gobierno de Antonio José Ocampo. Y para rematar las perlas, las manifestaciones del presidente Petro respecto a la coyuntura peruana han sido erráticas y poco prudentes. Salir a defender a Pedro Castillo después de que anunció el cierre del congreso y su propósito de adquirir poderes dictatoriales es muy desafortunado.
Pero al mismo tiempo, hay temas fundamentales del Estado y la política en los que el gobierno ha actuado con sensatez. La economía, a pesar de la muy difícil coyuntura mundial y de circunstancias locales difíciles, se ha manejado con juicio. Claro que de cuando en cuando hay avisos que generan temores en actores claves, pero no se puede decir que hay un desbarajuste. La reforma tributaria es adecuada así muchos se quejen, lo que siempre pasa; y en cuanto al salario mínimo la reciente alza reveló un buen grado de sindéresis.
La reforma agraria planteada por el gobierno es necesaria, y todo parece indicar que no será temeraria. Su ejecución requerirá un esfuerzo institucional enorme, para el cual es indispensable concentrar mucha energía del gobierno. La Paz Total es sin duda un propósito que hay que apoyar, aunque también su concreción es tremendamente compleja. En fin, hay una buena dosis de sensatez en el gobierno, la que no se debe perder de vista. Y hay cosas en las que el gobierno Petro se comporta igual a todos los anteriores: clientelismo, roscas, nombramientos inadecuados, y en general una inclinación a regodearse con el poder.
¿Qué viene para el año entrante y hasta el 2026?
Seguirá habiendo una buena dosis de incertidumbre, que se alimenta de las ‘perlas’ que suelta el presidente Petro cada día. Pero también hay propósitos serios que pueden terminar en buenas obras.