El proyecto de reforma a la salud se ha constituido en el detonante que reavivó la política colombiana y puso sobre la mesa cuestiones de fondo. El tema energético había obrado ya como prólogo, pero es lo concerniente a la salud lo que despertó definitivamente el debate político con todas sus posiciones. Si bien en lo energético, léase petróleo y gas, el Gobierno planteó posiciones duras desde el comienzo, el hecho de no ser percibido este asunto como algo que directamente, inmediatamente, afecta a todo el mundo, pudo hacer que el tema pasara de largo, más allá de las voces de alarma de expertos y conocedores. Pero los cambios en salud que está planteando el Gobierno Petro en su proyecto de ley sí afectan  directamente a una abrumadora mayoría, y lo hacen literalmente de manera visceral, en su carne;  cualquier movimiento que se dé en el sector es tremendamente sensible.  
Lo que pase en estas semanas que vienen en el trámite de la ley de reforma a la salud nos mostrará en qué está el país en cuanto a sus tendencias ideológicas y políticas; y también será una prueba para los pesos y contrapesos que se espera actúen en una democracia saludable. Más adelante se presentarán las reformas pensional y laboral, que también traerán sus respectivos movimientos telúricos.
En estos 7 meses que lleva en el cargo, el presidente Petro ha oscilado entre posiciones duras que plantean una ruptura total con mucho de lo establecido y llamados conciliadores que reconocen un papel a sus adversarios políticos y de clase. Por un lado descalifica en abstracto al capitalismo, pero también habla de un capitalismo social. Dice que el sistema de salud solo ha servido para enriquecer banqueros, pero es condescendiente con Uribe y llama a Lafourie para que haga parte de su equipo de paz, además de plantearle un muy importante negocio a Fedegan. Sus posturas contestatarias de izquierda le salen naturales; su llamado conciliador y su mano tendida para el consenso le exigen más reflexión y esfuerzo. Petro en su versión más auténtica tiene una marcada vocación estatizante, sacralizando acríticamente lo público; esto de la mano de una malquerencia por lo privado, y en especial por la economía de mercado.
El primer contrapeso que encontró Petro a sus posturas ideológicas, que parece no puede contener, ha estado representado por una derecha dura que responde desde los intestinos; aquí encontramos al Centro Democrático con su antipática senadora María Fernanda Cabal, el joven delfín Miguel Uribe Turbay, y de remate el bufón Miguel Polo Polo. Una oposición con escasa legitimidad y poco creíble interés en el bienestar colectivo, especialmente de los más pobres. Pueda ser que esta derecha no se convierta en opción para el 2026.
Pero justo ahora, el proyecto de reforma a la salud despertó, o resucitó, una manera de ver la política, la sociedad y la economía que parecía desaparecida: el centro. Y ahí es donde surge una posibilidad real para que este mandato presidencial no se desboque en caos y atropello, y que por el contrario pueda sacar un saldo positivo al final del día. ¿Dónde está resurgiendo el centro político?
En primer lugar en el Congreso, y tal vez no sea el centro más pulcro e inmaculado, pues ahí está el Liberalismo de César Gaviria con su clientelismo y corrupción; un sector del  descolorido Conservatismo; el Partido de la U con su acomodo oportunista de siempre; Cambio Radical con su monarca Vargas Lleras, y el Partido Verde de Claudia López. Los medios de comunicación también inclinan la balanza por una mirada de moderación. También desde la academia, y en particular respecto a la reforma a la salud, se escuchan voces de centro de muchos investigadores del sector salud de las universidades, incluidas las públicas, que alertan sobre los desafueros del proyecto de reforma.
Que se requieren reformas vigorosas, no hay duda. Y que estas reformas tienen que recoger parte de lo que el Gobierno presente al  Congreso, tampoco hay duda. Pero tiene que haber un muy fuerte control a esas iniciativas y un ánimo de sindéresis que modere el ímpetu del ejecutivo. Ese espíritu moderador es el centro.
Bienvenida la resurrección del centro, y ojalá goce de salud por mucho tiempo.