Las empresas son uno de los principales protagonistas para una sociedad, más aún si analizamos algunos puntos que soportan esta afirmación. Son los mayores generadores de empleo. De acuerdo con un informe de Confecámaras publicado el pasado 5 de agosto dice que “…las empresas de todos los tamaños generan cerca del 78% del empleo formal en Colombia”, y del total de las nuevas empresas creadas en el último año, el 47,5% generaron al menos un empleo. Son cifras que hablan por sí solas de la gran importancia y el reconocimiento para los audaces e intrépidos empresarios. Y si nos referimos al PIB nacional, es precisamente el sector empresarial el mayor aportante en ese resultado económico, por ende, es el sector privado el que contribuye como el gran agente dinamizador y de desarrollo de nuestra economía. Y en muchos casos esto se ha logrado a pesar de algunas decisiones políticas que terminan afectando o beneficiando operativa y económicamente a las empresas, según sea el caso.
Quisiera entonces que le diéramos una mirada a esa relación entre la política y los empresarios. Los empresarios, en muchísimas ocasiones, han sentido que el mundo de la política es completamente ajeno a ellos y a sus empresas, inclusive, es normal escuchar de algunos diciendo que no quieren saber nada de política y que siquiera la política y sus dirigentes no tienen nada que ver ni con lo que hacen ni con sus empresas, que ambos, tanto los empresarios como los políticos, están en orillas separadas. Tema que no es así.
Los empresarios a través de sus empresas son actores políticos indiscutibles porque dependen en muchas de sus acciones de la política y de sus actuaciones. A manera de ejemplo, una ley puede afectar directamente sus intereses o poner en riesgo hasta su misma operación. O un proyecto de acuerdo a nivel municipal puede afectar sus empresas y sus actividades como podría ser una modificación del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) o una condición impositiva de índole municipal, o la construcción o el cierre de una vía, o políticas ambientales cada día más exigentes, y así como estos, podría poner muchísimos otros ejemplos, es decir, una decisión política tiene incidencia directa sobre la actividad de la empresa y por ende sobre los intereses de los accionistas y empresarios, y de allí, puede llegar a afectar hasta la misma utilidad por decisiones netamente políticas.
Cuando una empresa o grupo de empresas o un sector económico necesita gestionar en pro de que sus intereses sean defendidos de una manera legítima, es natural que deban desplegar entonces unas estrategias, las cuales en gran parte tienen que ver directamente con la política. En algunos sectores lo pueden denominar “gestión de asuntos públicos”, otros lo llaman “lobby político”; es decir, allí entran a “jugar” los empresarios utilizando diferentes estrategias con el objetivo de lograr convencer y defender sus visiones de empresa. De allí entonces que los empresarios y sus empresas deben contar con aliados en la política y eso para nada puede interpretarse que estén vinculados con algún partido político.
La pregunta no debe ser si los empresarios deben participar en política o no, es la misma sociedad civil, con los empresarios a la cabeza, quienes no pueden desentenderse de la situación de nuestra ciudad, departamento y país y una de las formas es siendo parte activa en los momentos electorales. Hemos escuchado en muchos de nuestros escenarios empresariales, profesionales e inclusive sociales, que estas próximas elecciones son claves y fundamentales, pienso que es cierto, ¿pero será que los empresarios piensan lo mismo? Obviamente el empresario en general entiende sobre la situación política, económica y jurídica, pero habría es que plantear el hecho si continuar siendo una parte pasiva en momentos tan importantes como son las elecciones de nuestros dignatarios es lo correcto. La tibieza no es sana en ningún escenario.
Normalmente los empresarios le dejan al director@ del gremio la tarea del relacionamiento con una alcaldía o una gobernación, asunto que no necesariamente debe ser de esa manera. En algunas ocasiones, los directores de los mismos gremios nunca han sido empresarios, es muy diferente a que los representen, es por ello que ojalá con el próximo alcalde de Manizales sean los mismos empresarios, más los gremios, los que aporten a construir esa visión de las políticas públicas que se requieren para recuperar la confianza, facilitar el crecimiento de las empresas, la generación de empleo, y en general, para volver a sentir que tenemos una Administración municipal seria y responsable.
Entre más empresas se tengan sólidas y fortalecidas, el crecimiento económico será sostenido, por eso mismo el apoyo por parte del Gobierno municipal principalmente para una ciudad como Manizales es una importante alternativa. Algunas empresas se mueven al margen de la política electoral y estamos en elecciones, nunca dejemos de hacerlo, política y empresa están relacionadas.