Se acerca el año 2023 y con este las elecciones locales y regionales para concejos, alcaldías, asambleas y gobernaciones.
Los ciudadanos se encuentran expectantes ante los posibles candidatos que buscan ocupar cargos de elección popular. Muchos serán los interesados, algunos tal vez logren su cometido, pero pocos contarán con el liderazgo, la formación, el conocimiento y la experiencia, para desempeñar las funciones encomendadas.
En Manizales se han enarbolado discursos en torno al liderazgo que los jóvenes podrían ejercer como representantes políticos, pero para nadie es un secreto que algunos de estos jóvenes han socavado la poca confianza de los ciudadanos en la política y en el sector público. Ser joven (por el mal ejemplo de unos cuantos) actualmente no es sinónimo de transparencia o de confianza.
Esto no quiere decir que sea una regla general y que los jóvenes no puedan desempeñar un liderazgo inocuo, real y honesto desde el ámbito político, pero sería erróneo negar que unos pocos han deteriorado la confianza.
“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselo, nadie (...)”
Las palabras de Jaime Garzón (1960-1999), despiertan en este grupo poblacional un impulso transformador. Los jóvenes quieren hacer parte de la historia como protagonistas y no solo como espectadores.
No obstante, las palabras de Garzón han sido profanadas en Manizales por algunos jóvenes que se ufanan de ser líderes para mentirle al electorado (apoyados en el desconocimiento de estos en torno al sector público) y así llevar a cabo malas prácticas.
Uno se pregunta si estos jóvenes sentirán algún tipo de vergüenza ante sus universidades, pero es evidente que carecen de ética, incluso como egresados de prestigiosas Instituciones de Educación Superior.
Manizales no merece más políticos que después de ganar unas elecciones u ocupar una curul, se crean los dueños de las entidades estatales o las corporaciones públicas, mucho menos de la ciudad. Esto no solo es absurdo, también es un total despropósito. La ciudad y sus habitantes son más importantes que cualquier capricho.
Los ciudadanos deben saber que las entidades estatales (ya sean alcaldías o gobernaciones) y los máximos órganos municipales o departamentales de toma de decisiones (como concejos y asambleas), están por y para las personas, y en ningún momento, se deben considerar los requerimientos y/o peticiones de los ciudadanos, como “favores” o caridad.
Los ciudadanos debemos ser vigías de las decisiones que se toman en ejercicios de gobernanza o no. La ciudadanía activa debe velar por la adecuada asignación y ejecución de los recursos públicos, así como por el cumplimiento/implementación de los acuerdos/ordenanzas/actos administrativos e instrumentos de planificación, que proporcionan hojas de ruta para el municipio, para el departamento, y sus habitantes. Los despachos de las alcaldías y las gobernaciones cuentan con objetivos y funciones, así como quienes los presiden. El quehacer de los servidores públicos y los gobernantes está supeditado por la Constitución Política de Colombia y por las leyes.
Solo resta esperar que los candidatos para las próximas elecciones locales que se darán lugar en Manizales durante el año 2023 (sean jóvenes o no), cuenten, por lo menos, con el sentido de pertenencia e identidad necesaria para cuidar la ciudad (porque no se cuida lo que no se quiere).
A los ciudadanos críticos, responsables, activos, deliberantes y democráticos, les quedará la tarea, hasta entonces, de juzgar el compromiso que se ha tenido con Manizales durante los últimos años (para sacar sus propias conclusiones). La vocación y la trayectoria de los candidatos son importantes al momento de elegir a los representantes políticos. Procurar el mejoramiento de la democracia y la calidad de vida nos compete a todos.
¿Nos conformaremos con las propuestas de aquellos candidatos que pretenden o han pretendido tapar el sol con un dedo?