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$400 será el aumento mensual que sufrirá el precio de la gasolina a partir del próximo octubre, de acuerdo con el anuncio del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, quien concretó la medida luego de que el presidente, Gustavo Petro, envió un mensaje general sin detalles acerca de esos incrementos, bajo el argumento de que hay un déficit cercano a los $10 billones (lo de un trimestre, o sea que en un año serían $40 billones) en el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, que es necesario cubrir con el alza. Para tratar de suavizar la medida, el senador del Pacto Histórico Gustavo Bolívar salió a argumentar que ese déficit es una mala herencia del gobierno del expresidente Iván Duque, quien no quiso elevar los precios pese a que el costo del barril del petróleo subió, lo mismo que el dólar, lo que habría hecho necesaria el alza, y agregó que en la práctica se estaba subsidiando a los narcotraficantes que usan 520 millones de litros de gasolina para procesar las 1.228 toneladas de cocaína que producen. 
Aunque puede tener razón, en parte, Bolívar le quitó seriedad a la medida, ya que lo gastado en esa actividad ilegal solo correspondería al 9% del total de gasolina consumido en Colombia, y por tanto no sirve como argumento para el ajuste que, sin duda, es necesario. En lo que sí acierta el congresista es que el precio del galón de gasolina corriente debería costar cerca de $18 mil, o cerca de esa cifra, para igualarla con los precios internacionales, y no el valor actual, con el que Colombia, al lado de Venezuela y Bolivia, se ubica entre los países con gasolina más barata en el continente.
La realidad es que el esquema creado desde hace cerca de 15 años para establecer el precio de la gasolina para el consumidor colombiano no es coherente con la realidad de los altos costos actuales del petróleo, y que es necesario ir desmontándolo, para que se mueva al ritmo que lo hace el mercado mundial de hidrocarburos. No es una medida muy popular, desde luego, además porque va a incrementar aún más la ya elevada inflación del 10% por la que estamos, pero no hacer el ajuste también sería irresponsable.
Lo que debe ocurrir, para no golpear demasiado los bolsillos de los colombianos, es incrementar el precio de manera gradual. No puede ser un ajuste demasiado agresivo, porque eso haría disparar la inflación y tendría consecuencias negativas para la economía en general, en incluso aumentar la pobreza, cuando las banderas del gobierno actual es luchar contra ese lastre y buscar una mayor equidad. 

En el mediano y largo plazo algunos analistas señalan, inclusive, la necesidad de modificar la fórmula que se usa para pagarle el petróleo a Ecopetrol (el llamado costo de oportunidad), así como el costo de la refinación para volver el crudo gasolina, porque consideran que tiene serios problemas técnicos. Es un asunto complicado que requiere más análisis para no afectar las finanzas públicas, pero tampoco espantar la inversión extranjera, pero que seguramente entrará a ser revisado ahora. Todos estos son temas delicados que no se pueden mirar bajo pasiones ideológicas o calenturas de momento, sino con base en las cifras y con la mira puesta en darle estabilidad a la economía.