Se celebran hoy elecciones generales en Bolivia, en donde la polarización entre los seguidores del expresidente Evo Morales y los de quienes están en el poder, llevará seguramente a una reñida segunda vuelta en la contienda presidencial, el próximo 29 de noviembre. Por lo pronto, en el partidor se tiene a cinco candidatos que representan distintos matices, que se repartirán los votos de los 7,3 millones de ciudadanos aptos para ir a las urnas. Los expertos califican la jornada de este domingo como el proceso electoral más complejo en varias décadas en ese país suramericano.
En noviembre pasado Morales salió de la Presidencia de manera abrupta, en medio de un cruce de señalamientos acerca de fraude del entonces mandatario para perpetuarse en el poder y lo que el líder indígena ha calificado como un “golpe de Estado” que mantiene al país durante cerca de un año con un gobierno interino, en el que la imagen visible es la conservadora Jeanine Áñez. El momento es tan sensible que se teme el surgimiento de nuevas revueltas populares, dependiendo de los resultados de las elecciones, todo en medio de una pandemia de covid-19 que también causa temor entre los bolivianos.
La incertidumbre y el pánico marcan el tenso momento de ese país, en el que también serán elegidos vicepresidente, 36 senadores, 130 diputados, 9 representantes supraestatales y otras 350 autoridades nacionales. En medio de la crisis económica y de salud pública, la posibilidad de que el Movimiento al Socialismo de Morales regrese al poder es real. No obstante, en la contienda hay un peso pesado de la derecha, el expresidente Carlos Mesa, quien viene siendo apoyado por numerosos líderes del mundo que buscan evitar que Morales regrese al poder bajo la figura de su protegido, Luis Arce, quien lidera las encuestas.
En el sistema electoral boliviano un presidente puede ser elegido en primera vuelta si obtiene más del 50% de los votos, o si quien gane aventaja al segundo en más del 10 puntos porcentuales. Todo indica que eso no ocurrirá, y que Mesa y Arce irán a una segunda vuelta que implica una exaltación peligrosa de los ánimos. De hecho, en los actuales momentos la situación es tan tensa, que las filas para abastecerse de gasolina y de víveres no se han hecho esperar durante la última semana, pese a las restricciones propias de la pandemia. Incluso, muchos se aglomeran a tramitar pasaportes porque temen que el ambiente caldeado haga necesario salir con urgencia del país.
Desde instancias internacionales como el Departamento de Defensa de Estados Unidos y la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, se insiste en la necesidad de bajar la temperatura de los ánimos y lograr que la jornada democrática transcurra de manera pacífica. Bachelet insistió en que haya un clima de respeto a los derechos humanos, y recordó los cerca de 30 muertos y más de 800 heridos en las revueltas del año pasado, cuando Morales salió del país de manera sorpresiva. Ojalá no se repitan esos sangrientos episodios.