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El actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el expresidente Luiz Inácio Lula se disputan hoy la posibilidad de ocupar la silla presidencial de ese país durante los próximos cuatro años. El exmilitar de derecha y el líder izquierdista protagonizan las preferencias en la disputa en las intención de voto, de acuerdo con las diferentes encuestas que dan las mayorías a Lula, pero con pocas probabilidades de que supere el 50% para imponerse en esta primera vuelta.

Hay otros nueve candidatos con mínimas posibilidades, pero que obstaculizan la opción de que Bolsonaro o Lula superen la mitad de los votos, lo que hace prever una segunda vuelta el próximo 30 de octubre. En esta jornada, que es de elecciones generales, también se eligen gobernadores, senadores y representantes en las legislaturas estatales y federal, lo que haría que el próximo mes de campaña sea aún más polarizado y lleno de propuestas populistas de ambos candidatos.

De los 217,2 millones de brasileños, se espera que voten unos 160 millones (pese a que allí el voto es obligatorio, lo hace cerca del 80%), en medio de la evidente polarización de quienes consideran que Bolsonaro actuó positivamente durante la pandemia de covid-19 insistiendo en no cerrar ninguna actividad en medio de la emergencia sanitaria, y quienes piensan que los 8 años en los que estuvo Lula al frente, del 2003 al 2010, el país avanzó mucho en lucha contra la pobreza y en la atención de graves problemas sociales.

El país más grande de Latinoamérica, y el sexto en tamaño en el mundo después de Rusia, Australia, Canadá, Estados Unidos y China, afronta actualmente una tasa de desempleo del 9,3%, el mayor nivel desde 2012, mientras que la pobreza que estaba en un 16% en el 2014 hoy se ubica en 23,7%. La crisis económica que afronta Brasil es complicada y se espera que durante el próximo cuatrienio venga la recuperación.

Mientras que Lula carga con el antecedente que haber estado en la cárcel por supuestos actos de corrupción relacionados con el llamado caso de Lava Jato, pese a que luego de tres años de encierro (había sido condenado a 12 años), en el 2021 su sentencia fue anulada al comprobarse por un tribunal sesgo del juez, Bolsonaro es visto por amplios sectores como el destructor de la Amazonia y promotor de discursos contrarios a la lucha frente al cambio climático.

También el actual presidente, sin fundamento alguno, se ha dedicado a desprestigiar el sistema electoral (el mismo que lo eligió a él hace 4 años), anunciando que no aceptará si pierde, muy al estilo de Donald Trump en los Estados Unidos, lo que hace prever un riesgo para la democracia. La suerte está echada en el vecino país, con dos discursos que se señalan uno al otro como lo peor que podría pasarle a ese país. Esperemos que con respecto a las normas y el espíritu de la democracia el pueblo decida libremente su destino.