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La semana pasada la ministra de Educación, María Victoria Angulo, estuvo en Caldas conociendo la experiencia de búsqueda de soluciones para los jóvenes en este departamento, las cuales son producto de la concertación entre la administración pública y representantes de los muchachos. Muy seguramente eso ha permitido que las jornadas de paro de las últimas semanas hayan sido relativamente calmadas en la región, ya que gran parte de los manifestantes han evidenciado el interés de las autoridades locales por brindar salidas a la crisis.
Como producto de numerosas reuniones y acuerdos, la Gobernación de Caldas tiene previsto crear la Oficina de la Juventud, que será conformada por y para el servicio de los jóvenes entre los 18 y los 28 años. También se abrirá espacio remunerado para 50 practicantes en la administración departamental y habrá convocatorias de empleos a los que no se les exigirán experiencia laboral. Un punto interesante es el de priorizar la contratación de empresarios que demuestren que tienen jóvenes en sus nóminas; además de beneficios tributarios del 120% para empresarios que contraten jóvenes y que estos sean sus primeros empleos.
Hay otros compromisos como la exención para los jóvenes del pago de estampilla del 7% cuando sean contratados en la Administración Departamental, la no exigencia de libreta militar, la inversión de $1.000 millones en educación rural con doble titulación, el apoyo para las matrículas en el Centro de Innovación de La Dorada, y la creación de 600 empleos en centros de llamada que funcionarán en Riosucio y Pensilvania.
Algunos de estos puntos ya estaban en el Plan de Desarrollo de Caldas, por lo que solo se trató de ponerlos todos en un solo paquete, agregar otras peticiones de los jóvenes e imprimirles criterio de prioridad. Para que esto no sea solo el compromiso de un gobierno, sino una política pública permanente, se buscará aprobar una ordenanza con todos estos asuntos en la Asamblea.
La experiencia de Caldas enseña que en la medida en que se dialogue directamente con quienes hacen los reclamos en las calles, y se tomen decisiones concretas que apunten a remediar lo que está mal, será posible superar exitosamente el difícil momento que vive el país. Es una respuesta real y clara al estallido social, que si bien no representa la solución definitiva de todos los problemas que tienen los jóvenes en la región, sí corresponden a un buen comienzo. Podría ser un buen modelo para lo que debe hacerse en el país, frente a lo cual también hay que tener claro que el cumplimiento de los compromisos será vital para generar confianza y retomar el rumbo de mejor manera.

Debe entenderse que el crecimiento del desempleo juvenil durante la pandemia ha sido dramático, que el aumento acelerado de la pobreza también ha golpeado fuertemente a miles de familias colombianas en las que sus jóvenes se ven sin oportunidades y que solo en la medida en que todos los sectores de la sociedad aportemos a brindar remedios será posible vencer el descontento general. En ese mismo sentido, también los empresarios y el sector privado deben sumarse a las iniciativas que apunten a ocupar y pagar bien a todos esos jóvenes que quieren trabajar, sin exigir demasiado en experiencia.