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Está previsto que a partir de hoy las escuelas y colegios de Colombia regresen a clases con un enfoque mayor en la presencialidad. Ya las condiciones de vacunación de docentes se están cumpliendo como estaba previsto, igual que la bioseguridad en buena medida. Todavía hay asuntos que ajustar, sin duda, pero ya es el momento de ir dejando atrás las limitaciones que han debido sortearse desde marzo del año pasado, cuando ingresamos a una cuarentena estricta que lentamente se ha ido levantando.

Ciertamente, las condiciones actuales son muy diferentes a las que obligaron a que durante todo este tiempo fuera predominante la educación a distancia con ayudas tecnológicas, y un lapso tan largo fuera de las aulas es algo muy contraproducente para la salud mental de los estudiantes y para la calidad educativa, lo que seguramente se verá reflejado en las mediciones que se realicen este año y los próximos. Hay que hacer un esfuerzo para que la alternancia funcione en todos los colegios, ojalá, y se pueda ir avanzando poco a poco a recuperar la presencialidad.

Desde la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) y desde Educadores Unidos de Caldas (Educal) en el plano local, se han expresado preocupaciones acerca de que hay muchas instituciones en las que no sería posible aplicar los protocolos de bioseguridad necesarios, y que tienen enormes debilidades en las baterías sanitarias, que generan muchos riesgos para el regreso.

Es posible que en eso tengan algo de razón, pero estando ya vacunada la mayoría de educadores, deben considerarse con especial énfasis las afectaciones que vienen sufriendo los niños y jóvenes, debido a tanto tiempo fuera de los salones de clase. Ese aspecto debe ser prioritario en estos momentos, y analizar alternativas que permitan el regreso a la presencialidad con mitigación de riesgos. Persistir en negarse al retorno a los colegios sería un capricho que causaría males adicionales a los estudiantes.

En las universidades públicas, cuyos periodos académicos también se han visto perjudicados por las protestas (las cuales, sin duda, tienen razones de sobra para realizarse), hay posiciones contrastantes acerca del retorno a las aulas. En la Universidad de Caldas, desde la semana pasada comenzó el regreso gradual, pero con el ánimo de evacuar este año los dos semestres reglamentarios. En la Universidad Nacional hay suspensión del semestre, lo que significa que los estamentos deben analizar lo más pronto posible las opciones de regreso a las clases. No sería sensato mantener un cese, cuando se ha perdido ya tanto tiempo de estudio desde el año pasado.

Si en el sector productivo, pese a las cifras de la pandemia, se avanza en la normalización de las actividades, no hay razones para que el sector educativo se quede atrás; menos si se toman decisiones que ayuden a lograr la normalidad. El Gobierno Nacional y las administraciones territoriales deben comprometerse a entregar los recursos requeridos para que las sedes educativas sean bioseguras, pero los maestros también deben ayudar a que los estudiantes tengan la posibilidad de educarse sin más limitaciones.