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Mientras que hay expectativa en América Latina acerca de lo que será el gobierno del izquierdista Gabriel Boric, al frente de los destinos de Chile, el también izquierdista Pedro Castillo ve muy cerca la posibilidad de que sea destituido de su cargo como presidente del Perú, tras sufrir toda clase de tropiezos en el ejercicio de ese cargo, en el que todavía no completa un año. El continente observa con atención lo que pasa en esos dos importantes países suramericanos.

En su discurso de posesión, Boric, de 36 años, se enfocó en la importancia de la nueva Constitución Nacional, que es elaborada por un grupo de constituyentes elegidos de manera popular luego del estallido social de hace dos años y medio en ese país, el cual era considerado el más desarrollado de Latinoamèrica, y que ahora se enfrenta a inmensos desafíos para lograr la estabilidad.

El nuevo mandatario, que pertenece a una línea política muy diferente a las moderadas de izquierda y derecha que han compartido el poder desde el regreso a la democracia en 1990, asegura que impulsará reformas al sistema de pensiones, al tributario y de salud, anuncios que generan nerviosismo en amplios sectores económicos y sociales, y que seguramente causarán roces y tensiones con un desenlace incierto.
Sin embargo, si el panorama para Chile con Boric es inquietante, lo que pasa en Perú es aún más complejo, ya que son tantos los errores acumulados por Castillo en la Presidencia, que el Congreso logró un acuerdo para una moción de vacancia que será votada el próximo 28 de marzo. Será la sexta de este tipo desde el 2017, de las cuales resultaron efectivas las que provocaron la caída de Pedro Pablo Kuczynski en 2018 y Martín Vizcarra en 2020. Siendo la mayoría del Legislativo de derecha, la posibilidad de que Castillo también caiga es alta.

En los siete meses y medio que lleva en el poder, Castillo ya sobrevivió a una primera moción de destitución que se ejecutó en diciembre pasado, pero el escenario es ahora bastante distinto en su contra. La oposición lo acusa de “incapacidad moral” para llevar las riendas del país, ante lo que Castillo se ha defendido asegurando que no se ha “robado ni un peso”. Ahora bien, los opositores necesitarán una mayoría de 87 votos que no se ven fáciles de reunir, pero en caso de que Castillo se caiga el poder quedaría en manos de la vicepresidenta Dina Boluarte.

Es triste ver cómo las instituciones democráticas se han visto debilitadas en los vecinos países de Suramérica, y cómo la inestabilidad es su cotidianidad. El hecho de que Chile no sea hoy el orgullo continental acerca de su desarrollo, después de la transición de la dictadura a la democracia es un referente que envía mensajes ambivalentes, y lo que pasa en Perú, donde se acumulan seis presidentes en una década, es muestra de un grave deterioro de la calidad de la política y de la institucionalidad democrática, que no parece encontrar solución.