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Durante todo el año pasado la apertura de nuevas unidades de cuidado intensivo fue una prioridad para las autoridades locales de salud. Cada anuncio de llegada de nuevos ventiladores y dotación para este tipo de atención especializada estaba acompañado de bombos y platillos. Los gobernantes se mostraban orgullosos de que se hubiera doblado la capacidad de respuesta en cuidado crítico, y que en momentos en que se incrementaban los contagios de covid-19 se tenía cómo responder el desafío con eficiencia. Se completaron 292 UCI cuando antes de la pandemia eran solo 136.
 El primer pico, a finales del 2020, que fue bastante largo y en forma de meseta, y pudo atenderse sin mayores inconvenientes. Vino luego un rebrote en enero pasado en el que la ocupación de las UCI por primera vez alcanzó la alerta roja, y la infraestructura médica y el personal para atender la emergencia demostraron estar a la altura de las exigencias. Ahora, desde la Semana Santa, se observa un incremento más rápido y agresivo de los contagios, pero lo que encontramos es que 11 unidades de cuidado intensivo no están al servicio de la emergencia. Ahora tenemos 281 UCI.
 Por primera vez desde que comenzó la pandemia la ocupación del cuidado intensivo en Manizales ha estado varias veces por encima del 90%, lo que debería ser motivo suficiente para que se habilitaran esas camas, e incluso que se instalaran más. Inicialmente, la mayor cantidad de esas instalaciones estuvieron ocupadas por pacientes de enfermedades generales que no fueron atendidos con eficiencia durante el 2020 y terminaron agravándose este año; pero a comienzos de esta semana ya los porcentajes de ocupación se habían invertido y la mayoría son ahora pacientes afectados por la covid-19.
 Ante este panorama hay que hacer todos los esfuerzos para que la capacidad instalada total de UCI en Caldas y en Manizales esté en funcionamiento pleno. Si, como lo argumentan desde la Clínica Versalles, el problema es que no se tiene personal suficiente capacitado para atender esas 11 camas, es fundamental que se generen sinergias que conduzcan a su habilitación. En un momento como el actual es fundamental que haya medidas nacionales y locales que permitan atender eficientemente la emergencia, y sería lamentable tener que enviar a caldenses a otras regiones del país porque aquí no fuimos capaces de atenderlos.

 También es preocupante que, como lo denunció este diario esta semana, el año pasado la Dirección Territorial de Salud haya alquilado para entregar al Hospital Santa Sofía 10 ventiladores que no servían, que eran obsoletos, y por los que se pagó una cifra que actualmente es investigada por la Contraloría, por parecer excesiva. Esas son situaciones que deberían tener consecuencias claras y contundentes para los responsables, porque no hay duda de que hay repercusión directa en las vidas de las personas. Esperamos que puedan solucionarse todas estas falencias y que podamos superar este tercer pico de la covid-19 sin llegar al colapso.