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Comenzó ayer la edición 89 del Congreso Nacional Cafetero, en medio de toda clase de interrogantes acerca de lo que será el futuro de la actividad, que pasa por un buen momento de cotización internacional y de precio interno elevado, por encima de los $2 millones por carga de 125 kilos, pero que afronta el desafío de mejorar el volumen de producción y lograr que los buenos momentos actuales se extiendan para que el beneficio sea real el próximo año.
La verdad de los caficultores es que, pese a los buenos precios, no hay grano para vender a esa buena cotización, ya que cerca del 85% de la cosecha ya se recogió y se vendió a precios más bajos para cumplirle al mercado de futuros. Además, está la paradoja de tener ingresos mayores por la venta del café, pero al mismo tiempo fertilizantes e insumos agrícolas a costos exageradamente altos.
Hasta el próximo viernes, los dirigentes cafeteros hablarán acerca de la coyuntura de esta importante actividad económica, que sigue representando cerca del 16% del PIB agrícola de Colombia, pero que en términos generales carga el lastre de los bajos precios que se tuvieron durante muchos años, en los que los cafeteros se endeudaron para poder financiar sus cultivos, y en los que si bien el Gobierno Nacional les dio la mano, todavía resulta insuficiente en el balance de lo que ha sido la historia cafetera colombiana, ya que durante mucho tiempo del siglo XX fue el café el que sostuvo la economía nacional.
Por eso son justos los reclamos del presidente del encuentro, Rubén Elías González, quien durante la instalación ayer pidió que el Gobierno Nacional acoja las responsabilidades pensionales con la desaparecida Flota Mercante, que todavía hacen hueco en las finanzas del gremio. Si se quiere una caficultura que siga aportando positivamente a la economía es necesaria descargarla de pasivos que le impidan crecer con mayor determinación.
En un momento en el que la producción mundial está afectada por los problemas climáticos en Brasil, y bajo la perspectiva de que se mantendrá la escasez del grano, y con ello el precio internacional puede mantenerse alto, hay que ser ambiciosos en avanzar más rápido en la renovación de cafetales y en la búsqueda de una mayor productividad y rentabilidad para el sector, y en eso el Gobierno tiene el deber de ayudar. El presidente Iván Duque, en la instalación del evento, dijo que espera que pronto Colombia pueda superar la barrera de los 15 millones de sacos anuales de café, pero eso solo será posible si se respalda al gremio de la manera correcta.

El Fondo de Estabilización del Café, que está prácticamente paralizado, debe funcionar con el propósito de que los recursos lleguen de manera directa a los cultivadores, que en su gran mayoría están endeudados y todavía con un balance en rojos. Si hay una base fuerte, se podrá tener una caficultura sólida, y en ese mismo sentido la institución debe mantenerse austera y profundizar la eficiencia administrativa, entendiendo que es el momento de ahorrar y afianzar el gremio para que responda también en las épocas difíciles.