Los actuales buenos precios del café son un bálsamo importante para los malos momentos que en la década reciente ha sufrido el sector. La excelente cotización internacional (cercana a los 2 dólares), provocada principalmente por la escasez del grano en el mercado mundial, a causa de los problemas climáticos en el primer productor del grano, Brasil, es una importante oportunidad para fortalecer el gremio y sentar bases firmes hacia el porvenir, y también para consolidar los valores que siempre han tenido los cafeteros.
No por el hecho de que haya la posibilidad de recibir hoy una compensación más alta, gracias a que también el precio interno se mantiene elevado ($1,6 millones por carga de 125 kilos en promedio), puede irse en contra de una virtud tan profunda, tan arraigada en nuestra cultura cafetera y que ha sido tan necesaria para generar credibilidad y confianza en los mercados, como el respeto a los compromisos adquiridos, a la palabra empeñada, a la seriedad y honradez que deben seguir siendo las bases de la relación de los cafeteros con sus compradores.
Como lo menciona un informe publicado el viernes por LA PATRIA, el Fondo Nacional del Café y los exportadores pactaron unas compras de unos 100 millones de kilos para entregas entre el 2020 y el 2023, pero al cierre de julio ya había incumplimientos por 20 millones de kilos. Es grave que, por lo menos, el 20% de los contratos y las entregas de café en las ventas a futuro no esté cubierto. Lo ocurrido hasta septiembre podría alcanzar, incluso, porcentajes más altos, pero eso es algo que solo se conocerá más adelante. El llamado es a que, en lugar de vender directamente, sin cumplir lo ya pactado con las cooperativas, haya responsabilidad y compromiso.
Evidentemente el mercado de futuros es una apuesta que hace el productor para asegurar la rentabilidad, ya que al no acceder a ese mecanismo corre el riesgo de que al momento de vender su cosecha los precios estén bajos y el resultado sea un trabajo a pérdida. Si hay buenos precios y ya se están cubriendo los gastos y obteniendo ganancias, resulta de una ambición exagerada y poco ética querer llenar más los bolsillos, a costa de perder credibilidad y exponerse a líos legales.
Esa actitud transmite un mensaje complicado que podría salir caro después, ya que el mercado de futuros podría perder sustento, y quedar inhabilitado más adelante. El hecho de poner en aprietos a las cooperativas y a los exportadores para llevar el grano al mercado internacional hace que la pérdida de credibilidad en la cadena comercial termine impactando negativamente, en algún momento, a todo el gremio cafetero.
Es urgente corregir, y que en los próximos meses los productores se pongan al día en sus compromisos, y no se deje debilitar el mecanismo de futuros, que ha sido tan útil para aportar estabilidad al sector caficultor. No hay motivos para incumplir, cuando solo el 30% de la producción queda atada a este canal de venta y el restante 70% puede venderse directamente. Lo que debe hacerse, por el contrario, es fortalecerlo, y apostar a precios más altos en los próximos meses con el compromiso de más ventas a futuro.
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