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El ataque cobarde de un pistolero contratado acabó hace 20 años con la vida del subdirector de este diario, Orlando Sierra Hernández, periodista que se caracterizó por hablar sin tapujos alrededor de los abusos de una clase política que manejaba en ese momento a Caldas a su antojo. Al mediodía de ese 30 de enero, al frente de la antigua sede del periódico en el centro de Manizales, el valiente comunicador quedó gravemente herido, y dos días después falleció dejando una estela de dolor y desesperanza.

El único bálsamo ante su ausencia es que desde hace seis años y medio el determinador del asesinato, el exdiputado Ferney Tapasco González, fue llevado a prisión para cumplir una condena de 36 años, tres meses y un día, la cual fue confirmada hace cuatro años por la Corte Suprema de Justicia, luego de un recurso de casación al que acudió la defensa del dirigente político. Un destino similar acompaña a los hermanos López Escobar, secuaces de Tapasco en este homicidio, y quienes fueron los encargado de conseguir al sicario, el cual fue asesinado en Cali meses después del asesinato del periodista.

El proceso que acabó con la impunidad en este caso estuvo varias veces a punto de hundirse por la negligencia de funcionarios judiciales que no le dieron al caso la importancia que merecía, y como en tantos otros casos solo la insistencia de los medios de comunicación y de los periodistas que clamaban justicia, fue posible destrabar el proceso y lograr que otros funcionarios valoraran el peso de las pruebas que resultaron suficientes para lograr el castigo merecido para los victimarios.

Tras dos décadas de su desaparición lo más importante es reflexionar acerca la forma ejemplar en la que Orlando Sierra ejerció el periodismo, y alrededor de la agudeza con la que analizó los distintos hechos que afectaban a Caldas en ese momento, y que infortunadamente podrían regresar si como sociedad nos olvidamos de su legado. De hecho, en ese sentido, en la edición de hoy se rescatan varias de sus reflexiones y de sus talentos como periodista y poeta, los cuales son solo muestra de esas luces que no deberemos dejar de apreciar para aprender de su ejemplo y coraje.

Este caso, además, debe ser tomado como paradigma de la importancia que debe tener el derecho a la libertad de expresión en Colombia, donde infortunadamente tantas personas son atacadas violentamente solo por pensar de manera diferente, o por tener la valentía de denunciar la corrupción y el crimen. Esta fecha debe servir para reflexionar y valorar ese derecho de libre expresión, que es el que permite que otros derechos puedan ser reconocidos y defendidos. Como sociedad debemos comprender cada vez con mayor profundidad la urgencia de defender el trabajo del periodismo libre e independiente que deja en evidencia a quienes solo piensan en sus egoístas y mezquinos intereses.

Pese a la victoria judicial, esta fecha no deja de ser dolorosa para los periodistas de este diario y para quienes tuvieron cercanía con Orlando Sierra y siguen admirando sus enormes cualidades intelectuales y personales. Sin embargo, es un momento en el que también se debe mirar hacia el futuro y usar sus enseñanzas para ser cada vez mejores en este oficio.