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La construcción del Aeropuerto del Café, en Palestina (Caldas), aún no avanza a la velocidad esperada. De hecho, en su reciente visita a la región, el presidente Iván Duque admitió que no podrá aterrizar en esa pista antes de terminar su gobierno, como lo había dicho desde la época de la campaña política que lo llevó a la Presidencia de la República. El mandatario calificó esa realidad como “una pequeña frustración”, pero se mostró muy satisfecho de anunciar que la entrega del proyecto sería en diciembre del 2023.
Lo cierto es que gracias a que el mandatario cumplió su compromiso con Caldas, hoy se tienen recursos asegurados para la obra, y desde hace unas semanas la firma española OHL comenzó los movimientos de tierra necesarios. El hecho de que se haya tramitado un Conpes para esta iniciativa, considerada estratégica en el Plan de Desarrollo Nacional, ofrece gran confianza acerca de su concreción en los tiempos estipulados.
Ahora bien, hay que hacer un permanente seguimiento y veeduría para que los cronogramas se cumplan y que los estándares de calidad de las obras sean los óptimos. También hay que asegurar que el gobierno, directivos de Aerocafé y contratistas sean muy receptivos a las críticas, y que todo eso sirva para que ese sueño aplazado de los caldenses se cumpla de la mejor manera y lo más pronto posible. En la medida en que todos los caldenses nos comprometamos a acompañar la obra para mejorarla lograremos una mayor satisfacción cuando se concluya exitosamente.
Está bien, en ese sentido, que la ministra del Transporte, Ángela María Orozco, haya admitido que hay retrasos en el cronograma, y se haya comprometido a buscar la aceleración del proceso constructivo, y así recuperar parte del tiempo perdido. Así mismo, la orden de Duque de evitar cualquier otro retraso, para no poner en riesgo la viabilidad financiera del proyecto, es algo que debe acatarse sin reparos. Desde la región deben hacerse todos los esfuerzos para que así ocurra, y el contratista también tiene que buscar avanzar de manera segura, pero también rápida.
Está claro que la lentitud del arranque tiene relación con los zodme, que corresponden a los lugares de depósito de materiales y tierras removidas. Según lo asegurado por el gobierno, ese es ya un asunto solucionado. El compromiso de la gerencia de Aerocafé es que para el próximo 7 de diciembre esa situación esté plenamente resuelta, y que la inexistencia de lugares apropiados para llevar la tierra deje de ser un argumento para justificar la lentitud.

Se calcula que se tendrán que mover 6 millones de metros cúbicos de tierra durante la ejecución de Aerocafé, por lo que diariamente hay que mover una buena cantidad de estos materiales hacia los zodme. Hay que empeñarse en garantizar que no aparezcan nuevos obstáculos que puedan desacelerar la construcción de la terminal aérea. De igual manera, hay que acelerar el paso en la construcción de las vías de ingreso y salida del aeropuerto, para que la culminación de la pista coincida con la existencia de vías ágiles que acerquen a Manizales y las demás poblaciones de la zona, y así el nuevo aeropuerto sea un detonante de más desarrollo y competitividad.