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El Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) es una unidad especial de la Policía Nacional de Colombia, cuya misión es el control de disturbios y el restablecimiento del orden público. Es un cuerpo de choque, creado en 1999 durante el gobierno de Andrés Pastrana, similar a los que existen en gran parte de países para cumplir tareas similares, y que cuentan con un entrenamiento especial para intervenir en momentos críticos para la seguridad en las ciudades. Están preparados para soportar insultos, aguantar hambre y sed y mantenerse firmes en medio de operaciones de control de multitudes.
La muerte del estudiante Dilan Cruz, luego de recibir en su cabeza el impacto de un proyectil lanzado por un miembro del Esmad, puso en la lista de reclamos que los manifestantes le hacen al gobierno del presidente Iván Duque la desaparición de esa fuerza especial. Que Medicina Legal haya expresado que el uso de un “bean bag” accionado por una escopeta calibre 12 fue un homicidio avivó más los ánimos. El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, tuvo que salir a corregir que dicha munición es de utilización permitida para los grupos antidisturbios, y que no se trata de un arma no convencional.
Durante estos 20 años se tienen reportes de 19 muertes de manifestantes durante choques con el Esmad, y que dicha situación siempre ha puesto a este cuerpo especial en medio de la controversia acerca de su razón de existir. Sin embargo, numerosos miembros de esta fuerza también han resultado agredidos y heridos gravemente durante episodios de disturbios a lo largo de estas dos décadas, y podría decirse que si no fuera por su ingreso en la escena, en muchas ocasiones el restablecimiento del orden público habría sido imposible o habría obligado a que el Ejército interviniera, tal vez con un balance de heridos y muertos mayor.
Lo ideal siempre es que las protestas en las calles se desarrollen de manera pacífica, y que no sea necesaria la intervención del Esmad. Sin embargo, en numerosas ocasiones aparecen los vándalos que imponen la anarquía y actúan con violencia en contra de instituciones y comercios, lo que hace necesaria la reacción del escuadrón. Su existencia es disuasiva en la mayoría de los casos, pero a veces su sola presencia despierta entre algunos manifestantes la adrenalina por atacarlo y buscar su reacción, para así generar un campo de batalla en medio de las ciudades.
Hay que decir que la mayor parte de las movilizaciones de la última semana se han dado de manera pacífica, inclusive la primera, del 21 de noviembre, pero al final de ese día se armó el caos por cuenta de revoltosos que surgieron a última hora, y que obligaron a la intervención de los hombres del Esmad, especialmente en Bogotá y Cali. En Manizales también hubo disturbios, aunque aquí la reacción fue sobre todo de los carabineros. Es cierto que a veces hay desmanes del Esmad en las acciones de control o detenciones irregulares, como la de dos periodistas y un fotógrafo esta semana en Barranquilla, pero hay que entender que cuando se dan las confrontaciones las emociones se exacerban y se puede perder el control sobre el uso de la fuerza. 

Hay que seguir trabajando, sin duda, en preparar a los miembros de Esmad en el necesario restablecimiento del orden público de manera más profesional, siguiendo todos los protocolos, sin que se llegue al abuso de autoridad y a la violación de derechos humanos. Eliminar ese cuerpo especial, como lo exigen algunos, sería un error; lo que hay que hacer es usarlo solo cuando sea absolutamente necesario, y que sus acciones logren ser más limpias, dirigidas únicamente contra quienes en realidad ponen en riesgo la tranquilidad ciudadana.