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A finales de abril pasado el presidente Iván Duque le aseguró a la agencia EFE que Colombia haría la Copa América como fuera del 13 de junio al 10 de julio, porque ese era su compromiso con la Conmebol. “La Copa América se jugará sí o sí en Colombia”, dijo en aquella ocasión. Un mes después, en medio de la convulsión social que vive el país, y frente a una pandemia de covid-19 que no cede en sus cifras, reina la ambivalencia. Ante el pedido de aplazamiento hasta noviembre la respuesta fue inmediata: Colombia quedaría por fuera de la organización. Ahora el mandatario insiste a la Conmebol para que reconsidere su determinación.

Ahora los directivos de la organización continental de fútbol son quienes insisten en que se haga sí o sí en junio, como está previsto, porque los calendarios no permiten nuevos aplazamientos (la Copa debió realizarse hace un año). Lo complejo es que, en Argentina, pese a que el presidente Alberto Fernández dijo estar dispuesto a hacer solo el torneo, sin Colombia, pasan por su peor momento de la pandemia, al punto de que se acaban de decretar 9 días de cuarentena estricta.

La situación en Argentina es tan complicada con el coronavirus que hasta la propia Asociación de Fútbol Argentino (AFA) suspendió los campeonatos hasta junio porque no hay condiciones sanitarias para hacerlos. Insistir en la fecha inicial, en medio de la actual circunstancia, sería otra expresión de insolidaridad de ese país con Colombia (hay que recordar que a la Copa América que se hizo aquí hace 20 años Argentina no vino), y un desatino de la Conmebol.

El presidente Duque guarda la esperanza de que haya un cambio de posición que permita el aplazamiento, tomando en cuenta las circunstancias que atraviesan los dos países, y para poder garantizar que haya público en los estadios. Tiene razón en que un torneo de este tipo sin público no tiene gracia; daría igual que se juegue en cualquier parte si solo se puede ver por televisión.

Un aforo de, al menos, el 50% sería aceptable en estos momentos. Ahora bien, no ser sede afecta a los hoteleros y en general al sector del turismo, quienes se han preparado para recibir a las distintas delegaciones del continente. También deja sin mucho sentido la inversión de $42 mil millones que, según La Silla Vacía, hizo el Gobierno en adecuar estadios.

Lo que no puede negarse es que en nuestro caso no es solo la pandemia la que no permitiría realizar el torneo, sino la agitación social. No puede ocultarse lo ocurrido en Barranquilla y Pereira con los partidos de Copa Libertadores de América hace dos semanas, cuando los enfrentamientos entre manifestantes y Policía llevaron a que los estadios se inundaran de gases que afectaron los encuentros con suspensiones temporales, debido a que los lacrimógenos también ingresaron a la cancha. Mientras la situación del paro no esté resuelta sería imprudente insistir en hacer un torneo de esa naturaleza en Colombia. Razón tiene en ello Carlos “Pibe” Valderrama, al destacar que en estos momentos el pueblo no quiere la Copa América. Existen otras prioridades.