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No solo la Selección Colombia de Mayores quedó eliminada y no podrá estar en el Mundial de Catar 2022, que se jugará al final de este año, también es evidente que se han cometido toda clase de errores y equivocaciones en la Federación Colombiana de Fútbol (FCF) por los que sus dirigentes deberían asumir responsabilidades. Estamos ante un evidente fracaso que no puede ser mirado de soslayo, y que merece que los recién reelegidos miembros de esa Federación pongan la cara.
Desde la precipitada e infundada salida de José Néstor Pékerman (por haber perdido por tiros desde el punto penalti con Inglaterra en cuartos de final de Rusia 2018), quien había logrado llevar al equipo a los mundiales del 2014 y el 2018, y la sorpresiva contratación del portugés Carlos Queiroz para suceder al estratega argentino, empezaron los palos de ciego y la caída de la Selección.
Primero sufrió una inusitada goleada 6-1 ante Ecuador, con Queiroz en el banco, y cumplió luego una negra racha de siete partidos sin anotar gol bajo la dirección de Rueda, quien repitió la historia que ya había protagonizado en 2006 cuando al frente de la Selección le faltó un punto para ir a repechaje, como ahora. De nada sirvió ganarle a Venezuela de visitante después de 25 años de no poder hacerlo; solo quedó el mal sabor ante la eliminación. Un fracaso en el que los jugadores también pusieron su cuota.
Vendrá ahora un necesario cambio de técnico, pero antes de que esto ocurra deberían ser renovados los dirigentes de la FCF, quienes no aceptan su culpa en lo que está pasando, pese a que toda esta caótica situación surge de sus malas decisiones. Se escudan en que los resultados económicos de los años recientes son positivos, pese a toda clase de faltas éticas y manejos corruptos por los que incluso fueron sancionados por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), pero la pregunta es ¿Cuánto se dejará de ganar por no ir al Mundial? Si lo medimos en plata son muchos miles de millones, y si se mide en costos deportivos y de prestigio del fútbol colombiano es una total debacle.
Lo menos presentable es que hayan realizado la Asamblea de reelección una semana antes de la inminente eliminación de la Selección, lo que deja al desnudo sus claras intenciones de evadir la responsabilidad de lo que ocurre y blindarse de rendir cuentas ante los colombianos. Sería muy conveniente que en un acto de grandeza optaran por retirarse voluntariamente y permitir que lleguen otros dirigentes que tengan la intención de hacer las cosas bien, que hagan un trabajo más serio por el fútbol colombiano y que acierten en el momento de traer al reemplazo de Rueda.

El argumento de que los dirigentes no son los que pierden los partidos, además de cínico es flojo, y en un momento como este deberían rescatar la vergüenza y la dignidad. El principal indicador de medición de la gestión de los dirigentes de la FCF debe ser el desempeño de la Selección de Mayores, y ahora solo quieren lavarse las manos.