La poca distancia en las votaciones entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump, en un escrutinio que lentamente se acerca al 100%, tiene a los Estados Unidos en la incertidumbre alrededor de quién será el presidente de ese país para el periodo 2021-2025. Hasta ayer en la tarde, en los Estados de Pensilvania, Michigan y Georgia se mantenía la expectativa, debido a la disputa demasiado ajustada entre los dos aspirantes a la Casa Blanca.
La incertidumbre creció con la exigencia de Trump de que haya un reconteo inmediato de los votos en Wisconsin, donde Biden le sacó una ventaja de 27 mil sufragios y, con ello, aseguró 237 votos electorales de los 270 que necesita para proclamarse ganador. El actual presidente se quedó en 214, a la espera de asegurar el triunfo en los Estados en los que lleva ventaja.
La afirmación de Trump de que con lo ocurrido en Wisconsin se le robó la elección es claramente desproporcionada e imprudente en la boca de un líder político de su importancia, ya que la reacción de sus seguidores podría ser también desmedida. Su pedido de que Michigan y Pensilvania suspendan el conteo es ciertamente temerario. Acierta el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, al criticar que Trump hable de un posible fraude, lo cual podría empujar a la gente “a llevar a cabo acciones negativas”.
En Nevada, donde Biden va a la cabeza, se anunció que reanudarán hoy el conteo, con lo que es posible que se tenga hoy el escrutinio total y definitivo. Lo que ocurra en Pensilvania será clave, ya que allí se aportan 20 votos electorales; aunque el republicano aventajaba ayer con el 53,4% al demócrata 45,3%, faltaba escrutar allí unos 3 millones de votos por correo, que serían de mayoría demócrata, lo que voltearía la balanza.
Biden, con los votos actuales, se convirtió en el candidato presidencial más votado en la historia de los Estados Unidos, con 69,7 millones de sufragios faltando aún el dato definitivo. La marca anterior la había puesto el también demócrata Barack Obama, con 69,4 millones, en el 2008. Sin embargo, hay que recordar que en el sistema electoral estadounidense quien gane el voto popular no es necesariamente el triunfador, sino que se requiere conquistar los votos electorales de cada Estado, de manera específica. Ya hace 4 años Hillary Clinton ganó el respaldo popular, pero perdió la Presidencia con Trump.
Otra vez, como en las pasadas elecciones, las encuestas son las grandes perdedoras de la jornada. La supuesta amplia ventaja de Biden sobre Trump no ocurrió, y este cabeza a cabeza hace más complejo el escenario futuro. Estos instrumentos de medición de opinión pública, infortunadamente, son cada vez menos precisos y dependen de imponderables más complicados de estimar.
A la espera de quién será el ganador y con la esperanza de que sea una transición pacífica en el caso de ganar Biden, el nuevo presidente tendrá que lidiar con un Congreso dividido, en el que los demócratas mantienen las mayorías en la Cámara (232 de 435 curules) y los republicanos, por un estrechísimo margen, siguen al frente del Senado. Así que el ganador no tendrá despejado el panorama para tomar decisiones.