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Cambio Radical, La U y el Partido Conservador entran a ser parte del gobierno del presidente Iván Duque, cuando han transcurrido 17 meses de su administración. Con estos movimientos Duque busca ganar en gobernabilidad y sobre todo en influencia ante el Congreso para lograr respaldos a sus proyectos. La verdad es que este primer año y medio fue tortuoso para el Ejecutivo en su relación con los legisladores, al punto que varias iniciativas consideradas fundamentales terminaron hundidas o aplazadas.

El viernes en la mañana, el mandatario nombró a Ángel Custodio Cabrera, en nombre del Partido de la U, como nuevo ministro del Trabajo; a Fernando Ruiz Gómez, por Cambio Radical, en el Ministerio de Salud, y a Rodolfo Enrique Zea, como ministro de Agricultura, en representación de los conservadores. Debemos recordar que la semana pasada, Alicia Arango, de la entraña del expresidente Álvaro Uribe, pasó del Mintrabajo al Ministerio del Interior, mientras que Nancy Patricia Gutiérrez, quien estaba en Mininterior, pasó a reemplazar al nuevo fiscal general de la Nación, Francisco Barbosa, en la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos. Con estos movimientos en el gabinete se concreta lo que se venía maquinando desde mediados del año pasado, acerca de la participación de otras colectividades, distintas al Centro Democrático, en el Ejecutivo.

No obstante, en el caso del nuevo ministro del Trabajo no hay garantía total de respaldo de La U, ya que buena parte de la bancada tenían como primera en la lista a la exgobernadora del Valle Dilian Francisca Toro. En el caso del nuevo Minsalud es evidente la cercanía con el exvicepresidente Germán Vargas Lleras (lo que podría significar apoyos tibios desde sectores de Rodrigo Lara y Arturo Char en el Congreso), y ocurre algo similar con Zea, muy cercano a los jefes del conservatismo en el Congreso, aunque también a Vargas Lleras. La novedad real en estos cambios es que los enroques que caracterizaron el pasado quedaron atrás y llega ahora un nuevo juego político en el que el uribismo se mantiene, de todos modos, en los cargos de mayor influencia.

Esta renovación de gabinete tiene que servir para lograr el avance en las reformas legales que el país necesita. Por ejemplo, las reformas laboral y pensional que deberá liderar el ministro Cabrera tienen que llegar al puerto esperado, con mayor flexibilidad en los contratos laborales y una mejor cobertura de pensión para más colombianos y sin subsidios para las pensiones más altas. Son transformaciones que deben acometerse con determinación y tramitarse con seriedad y estudio en el Congreso, con la suficiente argumentación desde el Ejecutivo.

Este nuevo aire también debe servir para apuntar a la solución de los graves problemas de la salud, en los que las deudas de las EPS con la red pública de hospitales y clínicas se incrementa día a día, ampliando más la crisis que viene desde hace años. Igual pasa con el sector agropecuario, en el que es fundamental avanzar en la modernización, fomento de las cadenas productivas, ampliación de los canales de distribución y comercialización de productos y el consiguiente efecto positivo en productividad y rentabilidad. Es un sector que puede aportar mucho más al Producto Interno Bruto (PIB) y en el que puede avanzarse rápidamente en el cierre de brechas de inequidad.

Esperamos que estos movimientos mejoren la gobernabilidad del Ejecutivo, pero, sobre todo, que atiendan a las necesidades reales de cambio y no a agendas ocultas o intereses diferentes a los de ejecutar un buen gobierno. Las decisiones del Gobierno deben atender el querer y las necesidades de todos los colombianos sin distingo de partido, y esa ha sido una promesa a la que se deben atener y respetar tanto el presidente Duque como su círculo más cercano de colaboradores.