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Una transición democrática en Venezuela es un gran objetivo de la región desde hace años, en el que infortunadamente no se han logrado avances, debido a la tozudez de Nicolás Maduro de mantenerse en el poder a cualquier precio. Se han hecho varios intentos para que el vecino país encuentre un nuevo rumbo y el resultado solo ha sido la profundización de la crisis, situación que luce ahora inquietante ante la amenaza del coronavirus, que podría empeorar la emergencia humanitaria venezolana.
Como respuesta, los Estados Unidos está proponiendo un plan de salida que se nos antoja pertinente en el momento. Que haya una especie de Consejo de Estado, en el que el chavismo tendría participación, y que encarnando el poder Ejecutivo asuma las riendas del país mientras se celebran nuevas elecciones presidenciales y legislativas. El hecho de que ni Maduro ni el opositor Juan Guaidó puedan pretender estar en el poder durante esta transición resulta equilibrado y ayudaría a superar las inconvenientes polarizaciones que se afrontan hoy.
Además, los estadounidenses se comprometan a levantar sanciones individuales y colectivas, lo que resulta conveniente no solo para Maduro y su círculo cercano, sino para todos los venezolanos, que dejarían de sentir los efectos perversos de esas sanciones, que en esta coyuntura de emergencia en salud pública implicaría recursos para fortalecer el sistema de salud. De hecho, el plan asegura que la comunidad internacional brindará apoyo en diversos aspectos de manera inmediata.
Maduro debe decidir en este dilema si insiste en privilegiar sus intereses egoístas o si pone en primer plano el bienestar de su pueblo, teniendo en cuenta que en este segundo escenario podrá salir bien librado en cuando a los temas particulares que lo señalan, aunque todavía está pendiente de concretar si los señalamientos penales que se le hicieron recientemente entran en la negociación.
Sería una salida, que podríamos llamar decorosa, para el dictador, tomando en cuenta además que el alto mando militar se mantendría mientras llega un nuevo presidente elegido democráticamente. Argentina, Canadá, Colombia, Chile, Paraguay y Perú retirarían, adicionalmente, su apoyo a la remisión del caso contra Maduro en la Corte Penal Internacional.
Maduro también debe pensar que ya no goza de todo el respaldo que tuvo de Rusia en el pasado, y que incluso una importante compañía de petróleo del país europeo decidió cerrar sus negocios en Venezuela como consecuencia de las sanciones, lo que sumado a los bajos precios del crudo en el mercado internacional conducirían al país, necesariamente, a una hecatombe si persiste en ponerse por encima del interés de su pueblo. Sería absurdo e inhumano que se empeñe en que no haya una transición democrática en su país. 
Ante el rechazo que ha mostrado Maduro a esta opción, hay un componente nuevo que podría agravar los problemas en el vecino país y tiene que ver con el gran despliegue militar autorizado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en cercanías de Venezuela, en busca de narcotraficantes. A Colombia nada le conviene un conflicto bélico en la región, por lo que ojalá Maduro se decida a facilitar su salida digna.